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|| Sin Regreso|| "Dakota"
—¿QUÉ CREES QUE HAGAN CON EL PENITENTE? —cuestionó Chuck mirándome con un brillo de curiosidad en los ojos, llevándose un trozo de tocino a la boca.
Sonreí de lado y subí un hombro antes de coger un trozo de pan y untarle mantequilla, para luego darle un mordisco.
—Puede que lo examinen...—teoricé desinteresada. Poco o nada me importaba saber qué harían con esa bestia tan horrible. Sólo esperaba que significara algo bueno el hecho de que haya uno muerto.
Chucky asintió conforme con la respuesta, aunque sabía que no tardaría mucho en preguntar más.
—Buenos días. —pronunció una voz conocida que llevó nuestra atención de la conversación previa a él.
—Hola Thomas. —sonrió Chuck. Yo apenas pude mostrar un saludo de cabeza con una sonrisa incómoda, porque no estaba solo. Newt estaba a su lado.
—¿Podemos sentarnos? —preguntó el chico, cargando con ambas manos el mismo desayuno que nosotros.
Me centré en mi comida y dejé que Chuck respondiera.
—Claro.
—De hecho, —interrumpió Newt tan pronto cómo Chuck respondió. Como si tuviera prisa. —iré a otra parte...
—¿Qué? No, no. Siéntate con nosotros. —no alcé la vista pero sabía que Thomas no se sentaría hasta que Newt lo hiciera. Tomé un trozo de tocino, ignorándolos lo mejor que podía.
No sabía que ahora eran tan amigos.
—Es que no quiero incomodar.
Apreté los ojos rogando que Thomas no preguntara nada al respecto, pero mis súplicas silenciosas fueron en vano.
—¿Incomodar? Claro que no, ¿verdad chicos?
Sentí la mirada de ambos fija en mí y me ví obligada a alzar la cabeza y fijar mi vista en mi amigo de pelo castaño. Evitando la intensa mirada de Newt, la cual si fuera posible, me habría derretido ahí mismo.
—¿Eh? —me hice la desentendida.
—Newt puede quedarse, ¿o no?
—Seguro. —sonreí ligeramente, tratando de sonar convincente. El mencionado soltó un suspiro que al menos para mí no pasó desapercibido. Aunque no supe identificar si fue un gesto de alivio o molestia.
Thomas finalmente se sentó frente a mí y Newt frente a Chuck, quien en algún momento se había perdido en su mundo y había dejado toda la situación en mis manos.
Nos vimos sumidos en un incómodo silencio —al menos para mí— hasta que Chuck decidió romperlo. Gracias a Dios.
—Hey —dijo mientras un trozo de tocino salía volando de su boca. Reí por lo bajo. — Tengo una pregunta.
