Cazadoras: parte 1. *canon*

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La lluvia comenzaba a caer impaciente a los relámpagos que la seguían. Una tormenta nocturna era lo peor que podía pasar para un cazador, pues borraba todas las pistas que había estado siguiendo y el repiqueteo de la lluvia hacia las veces de colchón para los sonidos de lo que fuera que pidiera estar acechando.

Eran cinco mujeres segando el bosque con marcha de silencio fúnebre. Ila la encabeza, y las otras cuatro, novatas en busca de perder la virginidad, perseguían el rastro de un ajoraldo; dosbocas, lo traducen los niños.

La bestia se asemeja a un reptil pero sin ningún tipo de escama, más bien huesos o espinas que se levantan de la piel en todo tipo de ángulos y tamaños. Son carnívoros, también caníbales, y miden entre dos y cinco metros de largo. Si boca es una enorme pesadilla de dientes y dos lenguas. Su garganta permanece cerrada, a no ser que coma, y la tráquea se sitúa debajo de las dos lenguas, explicando por qué la mayor parte del tiempo el animal deambula con las faulces entreabiertas y la lengua levantada, sobresaliendo la boca. Larga cola; zarpas, cómo no, largas y afiladas. Un cuerpo delgado pero fuerte. Veloz. Un terror andante.

Las cazadoras se detien obedientes a la señal de Ila, que levanta un puño; el agua corriendo por sus cuerpos inmóviles a la espera de órdenes. Notan cómo las fosas nasales de la capitana se abren y frunce el ceño. Chasqueals dientes. Falsa alarma. Reanudan la marcha.

Es imprescindible hacer el menor ruido posible, por lo que hablar queda totalmente descartado. La bestia encuentra a sus presas mayormente por el sonido que hacen y no tanto por su olor que, funcional y agudo, lo ignoran porque le quita la emoción de acechar a sus víctimas. Por eso prefieren aguzar el oído y moverse con precaución hasta encontrar su objetivo y partirlo en dos de una dentellada.

Las horas pasan y las mujeres comienzan a notar el mordisco del frío en las extremidades. La capitana lo sabe y buscarán una cueva en la que refugiarse. Al cabo de aproximadamente treinta minutos la encuentran y revisan su interior y alrededores con cautela, temiendo que pueda pertenecer a algún depredador. Pero resulta estar vacía, si bien antaño sirvió a algún carnívoro a juzgar por los restos óseos de presas desgastados por el paso de los años.

Fresca y estrecha, supone un cobijo de la lluvia más que aceptable y las mujeres se permiten relajarse un poco, pues solo hay un punto que vigilar e incluso para la bestia sería complicado entrar. Se retiran las ropas mojadas y hacen un pequeño fuego que les lleva largo rato prender por la humedad, pero que gracias a los huesos secos y algunas hojas de la cueva consiguen crear. Se abrazan las cinco para compartir el calor y hablan en voz baja.

Aja, la morena y de músculos marcados comienza:

- La misión se presenta complicada, madre loba. La bestia podría estar en cualquier parte y la única información que podemos recibir con esta lluvia es el olor de la humedad y el sonido de su insistencia - sus ojos son de un marrón claro que sostienen una mirada firme allá donde apuntan. Es la mas decidida del grupo y también la más impaciente.

Ila mira a Tihao, la rubia y más bajita del grupo, sin demasiados músculos pero dotada de dulces y atractivas curvas femeninas. No es la más fuerte, pero si intuición es aguda.

- Deberíamos abortar la misión -dice ella con tono taimado y medido. Sabe que supondría una decepción abandonar la misión -. Supone un peligro que no podemos afrontar con una ventaja tan significativa. No podemos escuchar a la bestia, ni olerla. Si se lanza sobre nosotras seremos una presa fácil, muy fácil.

- ¿Tenemos claro que la bestia anda cazandonos también? - pregunta Ila, paseando sus ojos por las cuatro.

- Creo - dice Omi. Su cabello castaño es largo y ondulado, hermoso, y sus facciones marcadas y maduras para una mujer de su edad, la menor del grupo y apenas en sus diecisiete. A Ila siempre le gustaron sus pechos firmes - que lleva jugando con nosotros un día entero. Estoy segura de que nos acecha en la lejanía y sigue nuestro paso, si no es que nos lleva la delantera y nos muestra su nauseabundo trasero.

- También podrían ser imaginaciones tuyas - Oria, la mayor y más antigua del grupo a sus casi cuarenta y tres años. Su pelo canoso se recoge en un moño tal que parece una cagada recién apilada. Si cuerpo es arrugado y el pellejo muestra los huesos en algunas partes -. Eres una niña inexperta y no sería raro que imagines cosas cuando entras en el bosque. Deberías ir tú en el centro del grupo, así no te mueres ninguna alimañana y te baja la regla del susto. Si es que te puede bajar después de follar tanto.

A Omi se le erojece la cara, una mezcla de rubor y furia. No porque piense que lo que tiene razón, porque su amante no puede brindarle un bebé y está en ese mismo grupo, sino por las repetidas puyas de la veterana y su negativa a aceptarla.

- Entonces guíanos tú, Sabia, y enfréntate a la bestia. Con tantos años de servicio como arrugas bien podrás ahogarla con tus propias manos.

Las dos comienzan a discutir de forma estúpida. A Ila le molesta esta falta de compañerismo a la vez que le hace gracia, pero su semblante solo se muestra inexpresivo en su papel de líder. Se pasa los dedos por el pelo plateado, buscando y deshaciendo los edredones que ha dejado el cabello húmedo. Tihao intenta mediar entre las dos y Aja mira a Ila, misma expresión fría y distante, solo que la suya es genuina e indignada por aguantar esta situación absurda.

Finalmente Ila se levanta.  El fuego remarca su silueta atractiva y reclama la atención de la cuarto.

- Habéis opinado y os he escuchado. Somos una familia y debéis comportaros como tal. Dejad vuestras riñas estúpidas y escuchas mi plan. Reemprenderemos la marcha en cuanto cese la lluvia y continuaremos tras el rastro de la criatura. Cuando lo encontremos, tomaremos paso ligero y la emboscaremos en la situación más favorable posible. Todo esto conforme a las circunstancias de la cacería - hace una pausa y mira a las cuatro, orgullosa de ver que toda discusión infantil ha cesado y ahora se muestran atentas y obedientes -. Bien, el ritmo que seguiremos maña...

Algo se agita fuera de la cueva y en un momento apenas perceptible arroja algo dentro que impacta directamente en las espaldas de Ila, empujándola violentamente sobre las chicas. Cuando miran a través de la entrada tan solo ven una gran sombra negra escabullirse entre los árboles y matorrales. Segundos después, ven el resultado del ataque: la espalda de Ila, despellejada y seccionada allá donde las púas no lograron clavarse, formando arañazos sangrantes alrededor de los lugares donde las púas sí perforaron la piel. La potencia del impacto contra su espalda fue lo que la arrojó.

Con el ceño fruncido y arrugado y sin ocultar el dolor, aja se levanta a pesar de las réplicas de las demás mujeres y observa a través de la entrada de la cueva. Sabe que la criatura las observa y se ríe, se mofa de ellas entre sus colmillos y se relame imaginando la delicia de sus intestinos y su carne.

Los días de camino, la lluvia y la falta de comida, el sol picante. Ahora sus nuevas cicatrices. Antes era por el dinero, por la protección de los demás. Pero ahora imagina placer en lograr convertir al monstruo en un cadáver y despojarlo de la vida. Es un reto, un desafío, a la par que la burla y el desprecio por parte del animal. Este es el trabajo de cazadora. Así es como es la rutina.

Ila se sonríe de oreja a oreja.

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