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Siempre he tenido la inclinación de crear. Desde pequeño he pintado tanto paredes como cuadernos o libros de texto por el simple hecho de hacerlo, de traer a la vida de alguna forma algo que estaba en mi mente. Nunca me paré a pensar en el porqué o el para qué de todo esto hasta recientemente, cuando con la madurez esas dudas afloraban. Para ser sincero, no tengo una respuesta.

Con cada uno de los protagonistas y sus cercanos en mis historias va un pedazo de mí. Una idea de cambio, una figura resiliente y fuerte, un cuchillo frío... Son extensiones crudas y reales, más o menos hermosas, pero reales. Me causa placer y al mismo tiempo recibo una suerte de terapia inesperada cada vez que desarrollo estos personajes, tanto si lo escribí como si no, cuando en mi mente crecen y adquieren tintes y características. Pero temo que no vean la luz jamás.

Me aterra pensar que seré absorbido por el sistema y que seré una unidad más que mucha por su sustento cada día en una rutina fijada, provista del consuelo oportuno del olvido en los vicios o en algún pasatiempo que, si bien pueda ser inspirador y algo a asimilar como parte de mí y ayudarme a sobrellevar esta vida, me distraiga de la que es mi labor en esta vida: crear historias.

A menudo cuestiono mis capacidades para ello; me preguntes o me evalúes por tu cuenta, mi respuesta siempre será la misma: no es suficiente. Y no puede serlo si no me pongo manos a la obra y les traigo a la vida, porque se lo debo, porque son mis hijos e hijas y en su mismo tiempo son yo mismo. Pero, demonios, ¿por qué es tan complicado? ¿Son tantas y tan gruesas más barreras en mi mente que me impiden picar a través de su hormigón para emprender en ello? ¿Y si realmente esto nunca fue lo mío y mi camino era el de ser esa unidad, esa hormiga que amanece, va a trabajar y disocia, vuelve al mismo cubículo cuadriculado que no cambiará durante años sometido a un yugo llamado préstamo, y pasa el resto del día satisfaciendo su cerebro en actividades vanas porque su pasión es a su vez pesada?

Tengo mucho miedo de convertirme en esa persona.

Tengo mucho miedo de llegar a encontrar cómodo arrodillarme y ser sumiso, aunque sé que será algo complicado; mi voluntad es casi tan fuerte como mí pereza, y mi genio grosero y protestón. Pero es la incertidumbre que carcome los minutos de mis días y ahoga mis reflexiones. No sé si merezco llegar a conseguirlo. No sé si todo mí esfuerzo daría frutos algún día. Por el amor de este Dios cruel, esta incertidumbre me quema pero jamás me convierto en cenizas.

Ojalá nunca muera sin traer a la luz todo mi ser.

Diario de tu vieja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora