Capítulo 4. Que justo, enserio.

153 7 0
                                    

27 de junio. Mi cumpleaños. 16 años. Hum... Suena de maravilla.

Me levanté a las nueve y me quedé pensando que ya tenia 16 años, un año más mayor que ayer, no noto la diferencia pero en fin, era mi cumpleaños. Me levanté y fui al baño. Me senté en el váter y me quedé pensando un rato más en mi. Quiero decir, tengo 16 años, he pasado muchas cosas en estos 16 años. Hice un repaso de los buenos momentos de mi vida: cuándo le decía a mi madre que quería ir disfrazada a clase e iba disfrazada, cuando jugaba en el arenero, cuando dejaban dormir en horario escolar, cuando en el recreo me impulsaba fuerte en el columpio y luego saltaba, cuando me quedaba medio dormida en el sofá y me llevaban a la cama cogiéndome al brazo, en quinto curso cuándo empecé a llevarme bien con Ari, los viajes del colegio, el primer día que probé el atletismo y tuve el placer de conocer a mis actuales amigos, quedar para merendar... eso si que eran verdaderos placeres de la vida. Pero también habían momentos malos que pasé, quise mejor no pensarlos, no quería derrumbarme el día de mi décimo sexto cumpleaños, así que me levante del váter y fui a lavarme la cara. Cogí el móvil y empecé a mirar y a contestar todas las felicitaciones de las redes sociales, habían más de las que me esperaba, la verdad. Cuándo acabé de contestar las más importantes bajé a la cocina y ahí estaban mi padres y la mesa llena de comida.

-¡Buenos días cumpleañera! Lo siento pero hoy aunque sea tu cumpleaños nosotros trabajamos- dijo mi padre con un tono de desesperación por que llegaban tarde. Le fingí una sonrisa.

-¿Mamá? ¿Tu también te vas?- dije un poco decepcionada mirándola cómo no paraba de preparar huevos revueltos.

-Lo siento mucho, me han llamado del trabajo porqué ha habido una emergencia con un paciente y me han pedido que vaya- dijo sintiéndolo mucho. Asentí sin saber que decir.

-Pero tu madre y yo para compensar nuestra ausencia te hemos hecho un rico desayuno con todo lo que sabemos que te gusta- y señaló la mesa. ¿Ni en el día de mi cumple pueden quedarse?

Se marcharon, me senté en la mesa, llamé por teléfono a Ari y le conté que mis padres se han marchado al trabajo.

-¡QUE JUSTITO TÍA!- dijo con un tono de indignación- Yo iría pero ya sabes, de los 365 días que hay en el año, mis padres decidieron ir al parque de atracciones el día de tu cumpleaños. Siento no poder darte tu regalo hoy, te lo daré mañana, tranquila.

-No hacía falta un regalo, tranquila.- dije y me colgó.

A los cinco minutos oí el timbre de la puerta y fui a abrir.

-¿Ari?- dije con una sonrisa en mi cara y la abracé antes de que dijera nada.- ¿Que haces aquí?

-Bueno, pensé en hacerte una sorpresa el día de tu cumple- me devolvió la sonrisa.

Pasó y desayunamos juntas.

-¿Cómo se siente al tener un año más que ayer?-dijo cogiendo una tostada.

-¡BUF! He notado un cambiazo... si si- dije con cierto tono irónico.

Se rió y empezamos a hablar de nuestra infancia. Ella cumplió los 16 años hacía tres meses.

-Bueno, es hora de darte el regalo, ¿no?- dijo levantando la ceja derecha.

-Te dije que no hacia falta un regalo, boba- dije con una risita al final.

Me lo dio y antes de abrirlo la miré y me di cuenta de que era especial, tenía algo o todo que la hacía especial.

Abrí el regalo y me quedé mirándolo. Me costó reaccionar, era un libro. El libro que llevaba pidiendo desde hace unas miles de décadas: Ciudades de papel de John Green.

Tardé en reaccionar, lo miré con asombro y sin quitar la sonrisa de la cara y lo olí, olía a un popurri de noches disfrutando por leer ese libro junto con ansias de leer cada vez más, olía a un magnífico libro.

-GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS- le dije mientras fui a abrazarla.

También había una carta pero me dijo que la leyera cuando estuviera sola por que le daba vergüenza. Se quedó hasta la tarde cuándo sus padres le dijeron que fuera ya a casa y se fue. Yo estaba dispuesta a leer la carta cuándo suena el teléfono de casa.

-¿Dígame?

-La casa de los Rowling, ¿verdad?- dijo una señora.

-Sí, ¿con quién hablo?

-Llamamos del hospital East Sussex. Queremos hablar con los padres de Britt Rowling.

-Yo soy Britt Rowling, mis padres no están- dije preocupada- ¿Ha ocurrido algo?

De repente entran mis padres riéndose.

-Acaban de entrar, ahora le paso.-me quité el teléfono de la oreja y se lo pase a mi madre.- Mamá, papá, es del hospital East Sussex, quieren hablar con vosotros.-se les borró la sonrisa, les di el teléfono y se fueron al despacho a hablar.

¿Para que querían hablar de mi con ellos? Estaba demasiado preocupada y veía que esa conversación iba a tardar bastante así que me fui a correr un rato, me cambié y me puse los cascos y empecé con la canción de Thinking out loud de Ed Sheeran. Me encanta correr con música. Volví a los 20 minutos a casa, todo el camino estaba pensando en esa llamada aunque se me era difícil porque me costaba más de lo normal respirar, así que paré unas cuantas veces, pero seguí.

Entré cansada a casa, mi madre estaba con los ojos rojos apoyada en el hombro derecho de mi padre.

-¿Que ha pasado?- dije muy preocupada. Me dijeron que me sentara.

-Tenemos que hablar, Britt- dijo mi madre empezando otra vez a llorar y mi padre abrazándola.

Me di cuenta de que era grave, bastante grave. Me iban a decir una mala noticia, no se cual pero que justo que fuera el día de mi décimo sexto cumpleaños. Que justo, enserio.

Cuando todo acabe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora