Epílogo.

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—¿Epílogo para un libro tan corto?

—Pues sí, pero tómalo como un acto de villanía de mi parte. Cuando ya estabas feliz de terminar el libro: Yo lo extiendo un poco más.

Y así, el villano se despidió, llevándose consigo sus reflexiones y su pereza literaria, que, para su sorpresa, pesaba menos de lo que imaginaba. Como cualquier buen villano, se desvaneció en las sombras del sentido común y dejó atrás a su lector con la tarea de reflexionar sobre su propia dualidad.

El libro se cerró con un suspiro sutil, como si las páginas mismas estuvieran agotadas de tanta filosofía y se necesitaran unas vacaciones. Pero las preguntas filosóficas quedaron flotando en el aire, como esas burbujas de pensamientos profundos que solo explotan cuando intentas atraparlas.

El lector se quedó allí, solo con sus pensamientos. ¿Qué hacer ahora? Se encogió de hombros, agarró el libro y exclamó: "¡Al menos es un buen recuerdo de mi encuentro con el villano literario más peculiar!"

Y así, con un toque de humor y una pizca de absurdo, la corta pero intensa charla llegó a su fin. El villano se alejó hacia el horizonte literario, mientras se alejaba, su capa imaginaría ondeaba dramáticamente en un viento que solo él podía sentir, dejó un rastro de polvo literario que se asentó en la ficción.

Probablemente se fue buscando nuevas tramas para maquinar, y el lector cerró el libro con una sonrisa irónica, listo para enfrentar las páginas que vendrían a continuación... de otro libro del escritor. 

Villano... ¿O No?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora