El sol apenas muestra sus primeros dedos de luz rasando el cielo oscuro, es lo primero que veo. Esa ventana que está justo aun lado de mi cama me regala ese cuadro. Hoy desperté más temprano de lo habitual, siento en mi algo que fluye no distingo si es frio o caliente, algo que no me deja en paz ni tampoco dormir. Ese día ha llegado, el día que mi padre me vera convertirme en mujer y mi madre no, la fecha que el conde me tomara como suya, yo a él como mío; ese fue el trato que hicimos en la banca bajo el inmenso nogal.
Veo la ventana pero más bien veo al infinito, recordando todo. Hoy ese día que siempre soñé cuando vivía en la capital; ser la mujer del conde. Cuando lo miraba, me parecía mirar a un ángel guerrero, me encantaba escuchar historias sobre cuantas batallas gano. Su descendencia portugués lo hacia todo mejor, me volvía cera derretida al verlo aunque nunca hable con él, solo lo veía en sus fiestas o cuando visitaba a padre. Ha pasado tanto desde que esa Armis me abandono, muto en mí ya no siento ese deseo quemante por él, debo admitirlo es guapo y galán como siempre pero no me atrae hasta ha llegado a fastidiarme.
Días después de su propuesta y el funeral de madre, nos movimos por desciendo unánime a un nuevo terreno unos 10 kilómetros al oeste de la vieja iglesia. Aquí construimos un nuevo Cananea casa por casa, yo pasaba mis días aprendiendo más sobre medicina, como curar, como tratar a las persona cuando necesitan primero auxilios. La tribu india también ayuda a construir o en la mina, mi padre decidió dejarlos en libertad pero ellos optaron por quedarse. Okodata ha crecido mucho, siempre tiene algo que regalarme; ya se desde un dibujo en piel de venado hasta flores muy hermosas o ese día que me dio un fruto rojo que le llama pitaya, no puedo sacar ese gusto de mi paladar. Ese sabor, ese día lo recuerdo muy bien había pasado un mes desde que nos movimos fue cuando el conde Simao me invito a pasear, no habíamos cruzado palabra desde su propuesta.
Caminamos por Cananea, por la calle principal; la única, con sonidos de golpes, martillos contra madera, hombres hablando su idioma macho, construyendo. Estaba muy serio el conde, nunca pensé que lo fuera. Toma mi mano, me detiene, lo miro y voltea su mirada a la izquierda, mirando una construcción -Este es nuestro nuevo hogar. - Lo dice tan dulcemente, aunque lo diga así me da pánico, suelto su mano de un jalón. Mis ojos se fijan en una banca que se encuentra debajo de un inmenso árbol; un nogal, pese a que está lejos llegue tan rápido corrí sin darme cuenta, me siento a tomar aire. He dicho que la Armis antigua murió pero siempre encuentra una forma de regresar a mí, son destellos. Al componerme alzo la vista, volteo ala derecha, él está ahí sentado junto a mí.
-Armis lo siento por asustarte, tenemos que hablar, no lo había hecho antes por cuidar los perímetros, todo está bien ahora. - Es cierto no habido ningún ataque de apache desde que nos movimos ni siquiera seña de ellos -Esto están nuevo para ti como para mí , a pesar de mi edad nunca me he casado, es cierto mi reputación de mujeriego; he estado con mujeres, varias, pero en ti veo una verdadera mujer, que está despertando.- No puedo articular palabra alguna, solo veo -Aunque no me agrade mucho que seas enfermera , te apoyo, he llegado a entenderlo, esta es la primera y última vez que me caso, quiero que sea lo mejor que pueda.- Ese día perdí todo prejuicio sobre el conde, como el fue sincero yo se lo debía -Nunca abandonare la medicina por nada ni nadie así cueste mi vida, solamente quiero ser feliz, si entiendes esto yo te entenderé.- Después de eso todas las tarde se volvieron de paseo por Cananea que terminaban en aquel banco bajo el nogal donde llegue a conocer a ese hombre, ese ídolo, dejo caer su armadura ante mí, el me abrió como nuez.
Hoy es el día que nunca olvidare, me levanto de la cama y de el recuerdo con unos golpes a la puerta; son las costureras Cleotilda y Mercedes parece como si llegaran tarde, apuradas me besan, corren por el vestido que se encuentra colgado en la habitación. Me lo ponen como si estuvieran jugando con una muñeca, me miro en el espejo como si mirara a la ventana de mi cuarto me vuelvo a perder en el infinito, no me queda, me sofoca, la perlas adheridas lo hacen más pesado. Mi madre lo hubiera hecho quedar perfecto en mí, es entonces cuando una lagrima recorre mi mejilla y Adelina Fabro mi mente. Dejo caer el vestido de mi cuerpo, me pongo ropa más cómoda - Iré a donde mi padre. - Les digo a las costureras, al salir aunque es temprano el sol cose mi piel al tocarla, parece no afectar a los albañiles que llevan 20 casas construidas.
He llegado a entender, conocer, hasta querer al conde a un necesito hablar con Servando. Camino sobre la calle principal que termina en la nueva iglesia del ahora Padre Ignacio de Loyola; como el decidió llamarse después de saber que tendría una iglesia más grande. Solo está construida la mitad, es la edificación más grande del pueblo, donde será mi boda. Tras contemplarla me doy la vuelta para ir a la mina donde Servando esta. -¡ARMIS!- La voz de mi padre me hace voltear tan rápido, está en la entrada de la iglesia, corro hacia él, lo abrazo tan fuerte -Padre siento un desorden aquí.- Toco con mi mano mi pecho -Voltea a tu alrededor, todo aquí es un desastre, no será fácil pero cuando todo este acomodado y terminado será bello, lo disfrutaras.- Esto es lo que necesito, ver en su cara su aprobación, sé que nunca dejaría que me casara con alguien venenoso para mí -Tengo un regalo para ti.- Me lleva al interior de la iglesia tras una puerta a un lado del altar, entramos.
Al abrir la puerta un mar turquesa inunda mis ojos, están oscuro profundo en los hombros, tras recorro mi mirada hacia abajo se mueve como olas sus pliegues, que cambia a un tono más claro, termina con una espuma blanca hermosa. Es el vestido que quería para la fiesta del conde en la capital, volteo a ver a mi padre con una mirada que él ya estaba preparado a recibir -Tu madre si lo compro para ti , era una sorpresa.- Lo tomo con mis manos, lo aprieto hacia mi pecho, mientras mis ojos se desahogan. Mi madre me vera convertirme en mujer, siempre ha estado conmigo. Ignacio de Loyola entra al cuarto -No te puedes casar con ese vestido, va encontrar de la palabra de dios, blanco tiene que ser. - Estoy preparada para soltar mil palabras ante el pero mi padre me detiene -Este será el vestido con el que ella se casara, en esta iglesia que hemos construido para ti con todas las condiciones y caprichos que pediste Padre Ignacio de Loyola ¿Entendido?- el solo baja la cabeza, se retira.
Volteo a ver a mi padre, mientras sostiene mi mano, me hace una seña para que tena cuidado con el escalón de la entrada de la iglesia, la mayoría del pueblo se encuentra aquí, esta tarde calurosa con nubes asomándose en el horizonte nubes negras, padre dice que traen lluvia algo así como buen augurio. Ahora centro mi vista en Simao que esta tan guapo con su cabello rizado corto, sus ojos verdes, tu traje negro. Con una sonrisa lo tomo de las manos, me pierdo en sus ojos -Acepto -digo por inercia, estoy tan feliz -Acepto -dice, me da el primer beso.
Me carga en sus brazos a nuestra casa, aun en sus brazos me sube a la habitación. Me quita el vestido tan delicadamente dejándolo caer al suelo de madera, soy tímida, me cubro con mis manos, él las toma, las pone en los botones de su camisa, los quito de su lugar hasta llegar a su pantalón que cae junto a mi vestido. Frente a frente desnudos en la oscuridad solo la luz que entra por la ventana nos acompaña, veo su cuerpo de guerrero lleno de marcas, musculoso, grande, mis ojos siguen recorriendo su cuerpo, bajan, se topan con su maches él toma mi barbilla y la acerca a él besándola. Es algo inexplicable, siento un recorrer por mi cuerpo excitante, me derrite como cera, tal como lo hacía antes. Están gentil al estar dentro de mi tan amoroso, sus manos por mi cabello, cada vez que empuja contra mí es cada vez que hundo mis uñas en su espalda. Caemos derrotados en la cama no hubo perdedores esta vez, Lo veo me ve.
- ¡¡¡Aaaaaaaagh!!!- Un grito truena por la ventana, mientras se ilumina de rojo todo el pueblo -¡¡¡NOS ATACAN!!!
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Carne De Caballo
Historical FictionMéxico es un país que realmente ha sido beneficiado por la madre naturaleza, especialmente al norte; donde los Apaches cabalgan libremente, las tierras son fértiles y ricas en minerales. Lo que despierta ambición en los corazones Españoles, quienes...