CAPÍTULO IV

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7 de octubre Yellowstone, Montana El día después del 《mensaje》

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7 de octubre
Yellowstone, Montana
El día después del 《mensaje

La luz de la mañana entra por la ventana, provocando que mis ojos duelan, tomo el edredón y me tapo hasta la cabeza intentando no hacer caso a mis pensamientos, sé que el día que me espera no será nada fácil.

-¡Sophi!- mamá grita desde la cocina, y solamente logra que me ponga de mal humor, chisto por dentro y ruedo los ojos.

Me siento en la cama tanteando con los pies para encontrar las pantuflas y colocármelas, no abro los ojos para mantenerme en la oscuridad de mis párpados y no encontrarme con la luz resplandeciente del otoño. Camino directo al baño, me lavo la cara y me observo por unos minutos en el espejo, mi piel blanca en sobre manera, me produce arcadas al darme cuenta que parezco una muerta, las ojeras hacen contraste con mi tez, mi pelo andrajoso lo completa, parezco la señora Norris.

《No, creo que ella está mucho mejor que yo》

Me examino, lo pienso y sin darle tantas vueltas entro en la ducha y la abro, el agua empieza a recorrer mi cuerpo empapando mi pijama (de todos modos tenía que lavarlo).

Escuchó un fuerte golpe que me saca del trance, mamá chista y se queja, cierro la ducha y me quito la ropa mojada. Salgo lo más rápido que puedo acomodando la toalla que tapa mi cuerpo, mamá está buscando algo en la nevera.

-¡Mamá! ¿qué fue eso?

Hace una mueca con la boca y me muestra el dedo que denota un corte superficial,-Estaba intentando hacer el desayuno- observo el piso y me encuentro con un lío de café que decora la mesada y la isla salpicada. Me acerco para buscar yo misma la curita, la tomo y se la coloco, la tomo de los hombros mirándola directamente a los ojos.

-Me cambio y lo preparo yo, sólo limpia eso mamá- me muestra una sonrisa como de una niña que acaba de hacer una travesura y sólo asiente.

Me dirijo a mi cuarto y en el pasillo me encuentro con papá listo para irse a trabajar. La pregunta resuena en mi cabeza una vez más.

《Qué carajos hacía mi papá》

-Buenos días, preciosa.

-Buenos días papá- me pongo de puntillas para poder besarle la mejilla y este accede acercándose, facilitándome un poco el trabajo.

Papá era bastante alto de una muy buena contextura, siempre envidié el hecho de su juventud, él es más chico que mamá, y se mantiene muy bien, de vez en cuando sale a correr y se cuida con los alimentos, aprecio mucho su disciplina y autocontrol. Me encantan sus ojos color azul marino, un color inigualable que sin lugar a duda alguna ni Vero ni yo habíamos obtenido genéticamente, y a decir verdad tampoco es que hallamos obtenido algún parecido a él, ambas éramos muy parecidas a mamá, una contextura chica ojos marrones avellana, salvo Vero que tenía un verde intenso y según el día un poco más claro. Mamá y yo compartíamos el color castaño en el pelo, el de mamá un tanto más oscuro al mío, en cambio Vero un pelo negro azabache. Pero si de la cara habláramos, podíamos decir que éramos muy idénticas, la nariz respingada, unos labios levemente rosados, a Vero le gustaba ponerse el labial con brillos para que resalten un poco más porque según ella eran muy finos, de lo cual yo no opinaba lo mismo, para mí eran del tamaño perfecto y me gustaban tal cual eran.

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