Testimonio

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Plasmo severamente,
Una pequeña anécdota ,
De no hacerlo,
Me caería ,
De tanto peso...

Se unían telarañas gigantes, hechas de miedo.
Pasillos largos y tornados de oscuridad .
Un frío leve en el interior del castillo.
Un "espero" ,lanzado hacia la nieve.
El monstruo acechando los muros.
Una hermosa dama en el último cuarto,
Ansiosa por cambios ,
Desvelada consigo.

Un friolento aire adueñaba el lugar,
Pedazos de hielo caían .
La joven, se negaba a salir.
Se dormia con el calor ...
Con la sensación de quemazón y dañarse.

Ella leía libros de amor ,
su sueño era sentir mariposas.
Amaba ser bailarina, vivir la sensación de la música recorriendo por su cuerpo, bailar con la libertad, al igual de los pájaros.
Escribía cartas en un sentimiento sincero ,dejando huellas de lágrimas secas.
Sus lineas fueron leídas y  jamás sentidas.
Eran la entrega de un corazón entero.
La dama dejó de ponerse abrigo,
Olvidó pintarse los labios.
Ya no miraba su reflejo con el paso del tiempo.
Porque odiaba verse quemada.
Odiaba todo de sí.

Se durmió entre recuerdos.
Entre frases al oído.
Se enamoró de los pequeños detalles
Que con el tiempo dejaron de ser pequeños.
Se convirtieron en esmeraldas preciosas,
que se guardaron en un cofre hasta llenarlo .
Asi que no supo que hacer con tanto tesoro,
En un castillo tan solo .

Murmullos a medianoche rodeaban el lugar.
A veces gritos , a veces silencios.
La bestia corría tras ella , quizás jugaban a lanzarse bolas de fuego .
Tanto tiempo permanecieron así ,
Que comencé a dudar.
El dragón cada vez más fuerte , la joven más débil.
¿Cual era el truco?
Se alimentó de ella.
Recorrió su alma y consumió.
Igual que una abeja al néctar de una flor.
Aspirando su esencia , su aroma.
Arrebatando sus pétalos con el inocente juego "me quiere o no me quiere".

Ella murió tantas veces,
Que se volvió inmortal.
Aquella cosa lanzó tantas llamas.
Que ella aprendió a esquivarlas
Se hizo tan experta en esconderse.
Que decidió escapar hacia la nieve , hacia el frío....
Había estado tanto en lo oscuro ,
Que olvidó completamente el brillo de las estrellas .
Se quemó tantas veces ,
Que antes de apagar el incendio , se apagaba ella .
Así que viajó por esos caminos que eran imposibles.
Que la llevaron al gran paraíso.
Tanto tiempo huyendo del arriesgado invierno ,
Que el verdadero peligro siempre estuvo cerca...

Aquel dragón gritó enfurecido.
No la echó de menos.
La Necesitaba,
Porque era la única a quien podía lanzarle fuegos .
Él no era afortunado de tener un castillo y joyas.
Lo era porque tenía un lucero, lleno de luz para él.
Cuando miró a su lado, se sintió un miserable de tener tan poco.
Ni el gesto de respirar,
Cuando ella se marchó.

Esos que llevan fuego en el pecho,
Queman su nido más preciado.
Esos que abrazan a la soledad
Piensan que lo tienen todo,
Que en su obra no hay pintura errada.

Perfecta debería ser la luna,
Y no ha opacado a las estrellas...

Un dragón lanza fuegos
Cuando las llamas de su interior,
Son volcanes vacíos .

No me atrevo a decir que fue un anónimo.
Porque el único testigo,
De este amor furtivo ,
Siempre fueron
las paredes del castillo.

Daniela Pérez Troya

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