Aquella luz en el bosque se hace tan intensa que puede iluminar cada pino a la redonda incluyendo la mansión provocando un estruendo ensordecedor que hace que mis oídos se tapen provocando un silbido agudo.
Me encontraba solo fuera de la mansión, lo cual eso creía hasta que desde la densa oscuridad salió el desde los árboles... Díaz.Sus heridas aún en su cabeza tan sangrantes como si recién hubieran sido hechas, pero en su pecho estaba aún el cuchillo de cocina clavado hasta el mango enterrado en su pecho; mi instinto fue sacar mi arma para disparar en defensa propia, pero no estaba lo cual un frío me recorrió la espalda al oír que está estaba siendo cargada.
— ¿buscabas algo?— escucho la voz de Hayley detrás de mi haciendo que me gire rápidamente para poder hacerle frente. Su postura era confiada apuntandome con el arma de fuego sin una pizca de duda.
Mi vista desciende hasta la sangre en sus pies, estaba de pie descalza sobre un charco de sangre... No, no, no...Gire mi vista esperando lo inevitable, Martha estaba tendida en el suelo con un corte fresco en el cuello ya que aún destilaba sangre, su cuerpo inerte con algunos arañazos en su piel me hicieron sentir una punzada en mi pecho tan aguda que era devastadora, mi pecho se acelero y la desesperación carcomiendome me hizo soltar un grito ensordecedor....
¡Martha!
—¡Martha!— me levanto de golpe de mi cama mirando a mi alrededor con mi respiración hecha un jodido desastre, mi pecho subía y bajaba tratando de comprender en dónde estaba para así observar a una Martha molesta a mi lado.
— ¿Que hace aún en la cama? Es día de lavado, y necesito tus sábanas, a ver quítate de ahí — dice haciendo un gesto con la mano lo cual yo obedezco, y no porque sea el más obediente del mundo, sino que me aliviaba el hecho de que solo haya sido una pesadilla, una de tantas que vengo teniendo desde que....
— Hayley cariño, tráeme la canasta—
Dice Martha mientras quitaba las sábanas de mi cama y las fundas de mis almohadas, enrollando estás entre sus manos para luego arrojarlas al aire, lo cual me giro a ver cómo Hayley la atrapa con agilidad para así meterla dentro de la canasta de ropa sucia.Esto ya era el colmo, o Martha le daba igual su vida, o de la nada decidió adoptar a una Espectra como si fuera un cachorrito.
Suspire ya cansado pasando mi mano por mi frente que aún sudaba frío para luego acercarme por detrás de Martha quien estaba tendiendo la cama acomodando las sábanas limpias.
— ¿Te volviste loca?— pregunté ya más frustrado que lo que me desperté, no quería iniciar el día con una discusión y menos con Martha.
— ¿Desde cuándo no te gustan las sábanas blancas?— pregunta Martha frunciendo el ceño mientras terminaba de acomodar las almohadas para luego enderezarce a verme.
— Sabes a lo que me refiero, ¿Porqué la volviste a liberar? Ella no debe andar suelta por la casa. — no me importo si estás palabras le afectaban a Hayley ya que al verla de reojo por sobre mi hombro la note distraíada observando los elásticos en las puntas de las sábanas como si nunca hubiera visto algo así.
— La saqué porque la llevaré de compras. — dice Martha con una sonrisa orgullosa a lo que rápidamente negué.
— No. — me negué rotundamente a la sola idea de que la Espectra salga a la ciudad, podría escapar y armar un caos, nose de que es capaz.
— La niña necesita ropa.— dice Martha apuntandome a Hayley con una mano, a lo cual me giro a verla, y traía la ropa de Martha puesta, las faldas largas y las camisas sueltas revelando la desnudez de sus hombros debido a que está se le bajaba por más que ella se la acomodará.
— Búscale ropa por internet y cargarlo a mi cuenta, no me pienso arriesgar sacándola por ahí. — explique caminando hacia mi mesita de noche abriendo el cajón de la misma, habían algunos sobre de condones sin usar y al lado estaba mi billetera la cual abrí para sacar mi tarjeta y entregársela a Martha con una mirada de advertencia. — Se cuidadosa con lo que le compras, no vayas a comprarle un cinturón y luego nos estrangule con eso.—
Martha toma la tarjeta dándome esa mirada que conocía perfectamente, era un "como si te fuera hacer caso".
Sentí la mirada de Hayley sobre mi a lo que alcé mi vista hacia ella encontrandome con su mirada sobre mi.
— ¿Y a ti que te pasa? —
— ¿Estás escaso de ropa?— pregunta Hayley con una sonrisa divertida a lo cual suspire relajando la tensión de mi cuerpo, ya que ella solo estaba mirando qué yo esyaba sin camisa, por un momento creí que estaba mirando dónde golpearme.
— ¿Te molesta? ¿O quieres tocar? — pregunté acercándome a ella mientras me recargaba contra el pilar de mi cama cruzandome de brazos manteniendo mi sonrisa ladina, la cual se fue borrando al ver la expresión de asco de Hayley. —¿Que? ¿Acaso no te gustan los hombres?
— No me gustas tú, extrañaba mi vida hace 10 minutos, antes de que te viera sin camisa. — dice volteandose para tomar la canasta sucia del suelo caminando hacia la salida de la habitación perdiendose entre los pasillos dejándome solo con las risas de Martha que trataba de contener.
— Lysandro, no porque sea mujer significa que tiene que pasar por tu cama, pero además, es agradable ver que ya no estás tenso con ella.—
— Martha, hazme un favor y guarda silencio, solo trato de darle confianza para que ella pueda darme respuestas. — dije caminando hacia el armario que estaba cruzando la habitación buscando una remera para ponerme ya que hoy estaría todo el día en la mansión.
— Desde anoche en la cena note que no parabas de mirarla como si en cualquier momento ella fuera a sacar un arma y matarnos, ella está poniendo de su parte, tu también pon de la tuya y quizas tendrás más respuestas que preguntas por hacer. —
Dijo abandonando la habitación mientras terminaba de colocarme mi vestimenta pensando en sus palabras, toda mi vida se trato de estar alerta porque habían enemigos a mi alrededor, incluso bajo mi mismo techo, siempre sabía su próximo movimiento, pero con ella, jamás se que pasara y su tranquilidad y amabilidad para con Martha me intranquiliza de un modo que me hace creer que es solo una fachada, que está esperando a que baje la guardia para luego atacar, pero atacar a que es la pregunta, o a quién.
ESTÁS LEYENDO
El Verdugo Negro: El misterio de Hayley
МистикаDark romance, terror, paranormal... Blackwell está demasiado concentrado en sus negocios, creyendo que su trabajo era lo único más peligroso que podía existir. Solo faltó una noche de tormenta, una luz, un estruendo, una chica... Para que se de cuen...