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Camino hacia mi escritorio para servirme un vaso de whisky, tome la botella destapando la misma vertiendo su líquido hasta la mitad del vaso.

—¿Me invitas un poco?

Me gire con mi vaso en la mano observando a la mujer a mi lado, era una hermosa pelirroja que traia su cabello revuelto, y su maquillaje desalineado. Baje la vista hacia su vestimenta, traia mi camisa puesta haciéndola ver más provocativa ya que sus pechos resaltaban sobre la tela fina y blanca de mi camisa.

—No.— espete sin rodeos, si habia algo que odiaba era compartir mis cosas; además vaya a saber que mas se lleva a la boca está prostituta.

Camine sin camisa por mi despacho yendo a sentarme nuevamente a mi sofá, la pelirroja me miró desde mi escritorio haciendo un pequeño puchero en un intento inútil de parecer tierna. Se sentó sobre la madera del mismo abriendo sus piernas delineando sus muslos con la delicadeza de sus dedos cautivando mi completa atención mientras acababa la bebida en mi vaso.

Un toque en la puerta me hizo saber que Martha había llegado a traernos un café para ambos.

— Adelante Martha. — le ordene a lo que no aparte la vista de la preciosura que me seducía desde mi escritorio.

La puerta se abrió escuchandose las tazas temblar un poco sobre la bandeja de plata.

— No soy Martha.—

La voz de Hayley me hizo desviar la vista rápidamente de la pelirroja, enfocándome en la presencia de la Espectra que alternaba la vista entre mi y a la mujer entendiendo rápidamente la situación.

                         [Hayley]
Me levanté de la cama sintiendo mi cuerpo más pesado y exhausto de lo normal, camine descalza hacia el baño encendiendo la luz del espejo para encontrarme con mi alarmante aspecto. Me veía cada vez más enferma, mi piel pálida y mis labios perdiendo su color... Nose cuánto tiempo más aguante de esta manera, pero seguir siendo discreta ya no es una opción.
Salgo del baño peinando mi cabello con mis dedos ya que desde que me lo había cortado no había necesidad de usar cepillo para acomodarlo.

Salí de la habitación observando a los dos hombres haciendo guardia a los lados de mi puerta, Lysandro o como yo le llamo; la bestia, había ordenado que hagan guardia en todo momento ya que no quería correr riesgos.
Saludé amablemente a cada uno para así caminar por el pasillo hasta llegar a las escaleras las cuales baje rápidamente con entusiasmo dirigiendome hacia la cocina en donde estaba Martha preparandole el desayuno a la Bestia.

Me senté en uno de los taburetes luego de haber pasado por su lado robandole una tostada dándole una mordida a la misma.

—Alguien despertó de buen humor. —
Dice Martha con una sonrisa girandose hacia a mi apoyando su mano en la cintura y con la otra sostenía la espátula con la cual revolvía los huevos para que no se quemen.

—Trato de estarlo— le dediqué una pequeña sonrisa ya que aún tenía mi boca llena con la tostada.

—Ay cielo, mírate, deberíamos llevarte con un doctor.— dice ella preocupada apagando la hornalla para así limpiar sus manos en el delantal acercándose a mi. Poso su mano en mi frente para comprobar si no tenía temperatura.

—Descuida, pronto estaré mejor.— Dije tratando de despreocuparla, pero esto era más grave que un simple resfrío. —¿eso es para...?— dije señalando el desayuno cambiandole de tema de inmediato.

—Oh si, le prepare un buen desayuno ya que no está durmiendo muy bien últimamente, esta teniendo pesadillas y eso.— dice ella mientras coloca todo acomodado en una bandeja de plata.

¿Pesadillas? Me lo había dicho antes, pero creí que era parte de su paranoia luego de lo que pasó con el cuadro y el florero. Honestamente a él no le creía nada, pero si era cierto lo que el me había dicho, entonces debo actuar más rápido de lo que tenía en mente.

—Dejame llevarla.— le dije a Martha cuando la vi tomar la bandeja entre sus temblorosas manos debido a su edad. Cómo era de esperarse se negó rotundamente.

—No linda, ese sector está prohibido para cualquiera que él no haya permitido con anticipación.—

—Porfavor, déjame llevárselo.— Dije observandola directamente a sus orbes, dedicandole una sonrisa tan gentil como para hacerla ceder.

—Esta bien, ve con cuidado.— responde entregandome la bandeja con cautela, la cual apenas estuvo en mis manos camine rápido fuera de la cocina antes de que cambie de opinión.

En el recorrido hacia el despacho me encontré con algunos de sus hombres, cada vez eran mas de acuerdo a mas me acercaba a ese lugar tan privado.

En eso una sensación extraña me invadió, era familiar ese cosquilleo en mis manos lo cuál alce mi vista notando que estaba frente a la puerta de mi destino.
Antes de entrar acerque mi mano hacia una de las paredes, volví a sentir ese cosquilleo un poco más persistente pero vago.

Estuvo aquí...

Los hombres a mis costados me observaban fijamente sin perder de vista ninguno de mis movimientos, sería un poco difícil ingresar a este lugar... Claro, al menos que tenga su confianza.

Antes de tocar la puerta podía escuchar una voz femenina del otro lado, tenía compañía. Suspiré para luego golpear la puerta con mis nudillos esperando su permiso para entrar.

— Adelante Martha. — oí desde el otro lado abriendo la puerta sintiendo mis dedos temblar al percibir la energía de mi collar en aquel lugar, no era tan fuerte como para indicar que estuviera ahí, pero si era suficiente como para devolverme las esperanzas.

—No soy Martha.— me quedé en mi lugar al notar como estaba, y luego observar a la pelirroja en el escritorio... Definitivamente estaba ocupado.

El se puso de pie caminando directamente hacia mi, ordenandole a la chica que salga de la habitación, escuché como ella protestaba pero uno de sus hombres entraron para llevársela.
Honestamente no podía prestar atención, mis dedos no dejaban de temblar, el entusiasmo apoderándose de mi; podia sentir su energía pero a la vez tan lejana que...

—Te estoy hablando.— La bestia me saca del trance al alzar la voz observandome con seriedad, sin disimular su desconfianza en mi presencia.

Si tenía motivos para desconfiar, ahora le daré más.
Tomaste algo que me pertenece, y lo voy a recuperar cueste lo que cueste.

El Verdugo Negro: El misterio de Hayley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora