Un pasado que atormenta el futuro

166 18 14
                                    


La pelota de tenis seguía el mismo patrón: pared, mano, pared, mano, y no parecía aburrirse del patrón, con la mirada fija en la pared y la manera en que rebotaba la pelota.

A veces, Alex y Matt se quedaban en silencio, disfrutando de la compañía del otro en un mismo lugar. La mirada de Alex estaba perdida en una fotografía arrugada en sus manos, el chico en la fotografía le sonreía de regreso con unos radiantes ojos color miel.

La pelota se detuvo y Matteo dejó de mirar la pared para ver la espalda de su amigo sentado en la orilla de la cama.

Y de repente, la pelota golpeó contra la cabeza de Alex.

— ¿Qué te sucede? ¡Idiota, eso dolió! - Matteo ahogaba una risa mientras Alex se sobaba el golpe en su cabeza.

— ¿Qué sucede? Sucede que llevas 10 minutos mirando un pedazo de papel - se acercó por detrás e intentó mirar por encima de su hombro.

Un manotazo justo en su rostro evitó que viera más allá.

- ¡AY, AY, ay, ay, ay! ¡Tranquilízate! - sostuvo su rostro entre sus manos mientras una vena en su frente empezaba a ser visible.

- ¡POR DIOS! ¿Estás bien? Perdóname, de verdad no quería. - Un manotazo en su nariz lo dejó viendo estrellitas hacia el techo.

- Estamos a mano, casi me deformas la cara. ¿Sabes lo que significaría? Mi belleza estuvo en juego. - Hizo un gesto peinándose el cabello hacia atrás y los dos estallaron en risas.

Eso era todo, había momentos en los que solo importaban los dos y todo lo demás pasaba a segundo plano.

Pero mientras el moreno se sostenía el estómago por la risa, las risas del contrario bajaron de tono hasta apagarse. Matteo lo miró extrañado y ladeó la cabeza en su dirección, sentándose correctamente a su lado en la orilla de la cama.

— Ey, ¿está todo bien? - La mirada de Alex había vuelto al papel arrugado en sus manos y su sonrisa se había esfumado.

Los ojos de Alex temblaban con cierto miedo y las manos sobre sus rodillas se apretaron fuertemente. Hubo mucho silencio, un silencio que volvió el ambiente incómodo, pero Matteo no era capaz de romperlo.

— Matt... - Sus ojos se humedecieron y se cerraron con miedo, un miedo que Matteo había visto antes, en él mismo cuando era niño. Las comisuras de sus labios temblaron y soltaron un suave suspiro completamente nervioso. - Creo que me gusta alguien. - Por fin fue capaz de decir, con la cabeza baja y los ojos sin abrir.

- Alex ¿eso qué tiene de malo? - El rubio apartó la mirada y sus manos empezaron a desdoblar el papel en sus manos.

Un chico de cabello rojizo y ojos miel lo abraza por la espalda en la fotografía. El moreno seguía sin comprender lo que estaba diciendo y solo inspeccionaba toda la imagen en busca de algo.

- Siempre que termino de entrenar, me espera con un agua fría, y tiene una risa y una sonrisa que... - suspiró y volvió su mirada a la fotografía. - Me pone el mundo de cabeza... - Dejó la fotografía a un lado y jugó con sus manos en su regazo. - Y dicen que está mal, y no importa a quien le pregunte, me miran como un bicho raro y después me contestan como si estuviera enfermo. Pero no entiendo, ¿por qué dicen que está mal? Cuando en realidad... se siente como si fuera lo único correcto que he hecho en mucho tiempo, en realidad.

El silencio inundó la habitación. Alex estaba al borde de las lágrimas, pensando que había arruinado su amistad. Podía vivir en un mundo donde lo juzgaran por su sexualidad, pero saber que Matteo podía ser parte del mundo lo mataba por dentro.

- Yo... lo siento... entenderé si... - Las palabras se ahogaron en sus labios cuando el moreno lo envolvió en un abrazo.

Eso era todo lo que necesitaba para saber que todo estaría bien. Matteo acariciaba su espalda mientras Alex soltaba suaves sollozos, aferrándose más a su abrazo.

Momento exacto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora