Lo que extrañas ya no existe

282 23 8
                                    


La lluvia golpeaba contra las lápidas del cementerio, empapando la tierra alrededor. El aroma a tierra mojada, combinado con el peculiar olor del cementerio, inundaba el lugar.

Frente a mí, el nombre de mi madre estaba grabado en la lápida. El sentimiento cuando te arrebatan algo se asemeja al dolor en el pecho al respirar aire frío justo después de acostumbrarse al aire caliente. Aún no caía en cuenta de que la había perdido para siempre, que sus abrazos dejarían de existir y que no había fuerza en la tierra que me la trajera de vuelta. Me sentía perdido en un mar profundo, cayendo lentamente en la oscuridad con un peso en mi tobillo que me jalaba hacia el fondo.

Mis ojos se cerraban aceptando la derrota, mi cuerpo ya no luchaba por salir, ya no sentía fuerzas ni ganas de querer vivir un día más. Pero en medio del caos de la marea, las algas que se aferraban a mis pies se desprendieron y una mano me tomó de la muñeca antes de que tocara fondo y fuera imposible volver.

Cuando abrí los ojos, seguía parado bajo la lluvia frente a la lápida de mi madre. Pero ahora, la lluvia ya no caía sobre mí gracias a un paraguas de delfines y mi cuerpo se sentía más cálido por una mano en mi hombro. Ya no era nuevo, ahora que él estaba todo había pasado a un segundo plano y éramos solo nosotros dos otra vez.

—Alex...? — Sabía que era él pero necesitaba confirmarlo, necesitaba saber que estaba a mi lado. Suaves lágrimas se empezaron a deslizar por mis mejillas, era incapaz de controlarlas en este momento y mis ojos estaban rojos por todo el tiempo que había pasado aguantando las ganas de llorar. Me sentía completamente roto por dentro.

Desde que había pasado el accidente que me arrebató todo, me había obligado a mantenerme al límite para no demostrar "debilidad" a nadie. Al menos eso creía mi padre, pero viéndolo ahora era totalmente normal que un niño se desbordara en lágrimas frente al ataúd que guardaba el cuerpo de su madre, aún en los peores días.

Sus ojos azules se giraron para verme, incluso ahora. Cada vez que intento recordar algún momento en el que alguien me haya intentado ayudar, la única imagen que aparece frente a mí es esa, el recuerdo de un niño consolando a otro niño completamente roto y haciendo el rol de un hermano que nunca tuvo.

Recordé la noche en la que me habían arrebatado todo, había un litro de helado de chocolate a medio derretir sobre la mesa. Mi madre siempre me dejaba comer helado de chocolate cuando mis padres se peleaban y yo estaba presente. Eso era... casi todo el tiempo. Después, tomaba una caja de cigarrillos y se iba a dar vueltas con el auto sin importar la hora que fuera. A la mañana siguiente me abrazaba contra su pecho por la mañana y nos quedábamos un rato así hasta que el tiempo la obligaba a separarse.

Solo que esa noche, ella ya no volvió. Un conductor ebrio no vio el carro de mi madre y no escuchó el claxon que tocaba con desesperación. Un conductor ebrio me quitó todo  esa noche.

Cerraba los ojos con fuerza y me pellizcaba los brazos creyendo que despertaría de esta pesadilla, que no era real, que al despertar resultaría que las pelea entre mis padres no eran reales, que mi padre era un buen padre que amaba a mi madre y que éramos una familia feliz que podía hacer cosas comunes como ir al cine o ver la tele hasta quedarnos dormidos.

Claro está que cuando abría los ojos el ataúd no desaparecía, seguía ahí con el cuerpo de mi madre durmiendo tranquilamente adentro de él.

Pensé que, al menos uno de los dos ya había encontrado la paz y una extraña felicidad crecía al saber que había sido ella, que ya no sufría y que donde sea que estuviese ella podría ser feliz.

No le pedía a los cielos que me la regresaran, solo les preguntaba ¿por qué no me la prestaron otro rato más? Era lo único que hasta el día de hoy sigo rogando, solo un momento, un instante más antes de arrebatármela. Sentía que había sido muy pronto para quitármela y que para ese entonces no estaba listo.

Momento exacto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora