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Max fue en busca de Victoria. Él no la había visto en el patio y no era propio de ella ausentarse sin antes saludarlo a él y a sus hermanos. La encontró, como era de esperar, en la antecámara que usaba como su oficina de contabilidad, donde guardaba la correspondencia, los libros mayores, los registros de los negocios del clan, así como las fechas de nacimientos y muertes de todos los Verstappens.

Su padre había sido meticuloso con esas cosas, por ello había insistido en que Max aprendiera desde muy joven a leer y escribir. En una época en que la mayoría de los niños eran educados en el arte de la guerra, él había pasado largas horas a la luz de la velas memorizando el alfabeto y leyendo los libros contables de su padre.

Jos Verstappen había insistido en que la mente debía ser formada y amoldada, para ser un buen guerrero, y adepto físicamente. También decía que un guerrero inteligente ganaría sobre uno ignorante en cualquier ocasión. No estaba seguro de haber estado de acuerdo, pero desde luego, no tuvo otras opciones. Victoria por otro lado, estaba decidida a leer y escribir, analizaba cada pieza de escritura que podía hacer llegar a sus manos, en un esfuerzo por aprender por sí misma. Siempre había sido un poco extraña, aunque era una Verstappen pura y él la amaba mucho.

— ¿Sigues determinada a ocupar el cargo de Lord algún día? —. Le hiso la pregunta mientras abría la puerta.

Victoria levantó la cabeza con aire culpable y apresuradamente cubrió el pergamino que había estado curioseando con mucha concentración.

— ¿Por qué no saliste a saludarnos? —, preguntó él con voz suave.

Victoria suspiró. — No tenía sentido. Trajiste a casa al tonto Pérez. No es motivo para celebrar, ¿cierto?

Max frunció el ceño.

— ¿Cuándo te volviste alguien tan poco caritativa Victoria? No es propio de ti emitir juicios de alguien que aún no conoces.

Victoria le dio una mirada que sugería que era un idiota. — Él es un Pérez, Max. ¿Qué más debo saber? Y antes de que me sermones por ser crítica, debo recordarte que desde nuestro nacimiento nos enseñaron a odiar el apellido Pérez y a cualquiera que lo llevara.

Él suspiró y le dio una mirada herida.— Él no es cualquier Pérez, Victoria. Es mi esposo y es un Verstappen, espero que tengas en cuenta tratarlo con respeto. Me gustaría... Me gustaría que lo buscaras y seas amable con él. En este momento se encuentra arriba en su recámara, probablemente sólo y asustado. Su recepción no fue amable, no sé cuánto comprendió, pero incluso un completo tonto se habría dado cuenta de lo hostil que fue el clan con él. Te necesito para esto.

La expresión de Victoria cambió a reflexiva. — ¿Qué tan tonto es, Max? Realmente ¿eran exagerados los rumores?

El pasó su mano sobre su cabello y suspiró. — No lo sé. Tengo mucho que aprender de él, A veces parece... distante e ignorante. Pero fui capaz de comunicarme con él, le fascina que yo le hablé. Lo cual es aparentemente poco común, porque su madre quedo atónita por la respuesta que me dio Sergio. Tengo que pensar que no todo es lo que parece, pero hasta ahora no he tenido tiempo pensar en todo.

Victoria cruzó sus brazos sobre su pecho y luego le envió a Max una mirada que él hacía mucho tiempo había asociado con la intriga. Puede que a ella no le gustara la sangre o la violencia, pero tenía una mente digna de cualquier guerrero sediento de sangre. Siempre iba al ataque, aunque fuera en sentido figurado.

— ¿Cuánto vale mi amabilidad para ti?

Max tuvo que aclararse la garganta para evitar reírse. La chica tenía audacia, sin embargo, él nunca había sido capaz de castigarla. Se le había permitido correr salvajemente, no cabía duda al respecto. Criada sin una figura materna, Victoria probablemente pasó la mayor parte de su infancia creyendo que era un muchacho.

Clan Verstappen 1° [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora