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Max estaba tan furioso que tuvo que ir al patio para recuperarse o temía dañar a alguien en su furia. Nunca había estado tan enojado con los miembros de su propio clan. Nunca había estado bajo una ira tan inmensa. Quería estrangularlos a todos. La devastación y la vergüenza en los ojos de Sergio habían sido su perdición. Al ver el daño infligido en sus manos por las fechorías de las mujeres junto a los donceles de su clan, por no mencionar los otros abusos que se habían acumulado sobre él, le dio ganas de pagarles con la misma moneda.

—Max, ¿estás mal?

Se volvió y vio al padre Christian de pie a unos metros de distancia.

—Sí, —espetó Max, sin ofrecer más información.

—¿Hay algo que pueda hacer?, —inquirió el sacerdote en voz baja. —Estaba de camino hacia el gran salón para desayunar y luego encontrarme con Victoria en la sala de contabilidad. La muchacha está decidida a comenzar sus lecciones. Me temo que me mantendrá prisionero hasta que domine el arte de leer y escribir. 

El intento de frivolidad del padre Christian se desinfló cuando Max siguió echando chispas. Sin embargo, suavizó sus palabras porque el padre Christian era un buen hombre, un hombre de Dios y no se merecía la ira de Max.

—Vaya con Victoria, —dijo Max. —Es mejor que ella no esté presente para lo que está por venir. 

El padre Christian lo miró con preocupación, pero se volvió y entró en el torreón como Max le había indicado.

Max fue en busca de su hombre más antiguo, David Verstappen, un hombre bueno y leal incluso antes de la muerte de su padre, éste había servido fielmente a Jos Verstappen y transferido esa lealtad a Max cuando se convirtió en Lord. Fue a la cabaña de David, una de las tantas que bordeaban la ladera adyacente al torreón.

Golpeó bruscamente, impaciente mientras esperaba a que apareciera. Un momento después, el hombre mayor abrió la puerta, sus ojos se oscurecieron con preocupación cuando vio a Max parado allí.

Sin darle al otro hombre la oportunidad de hablar, Max emitió una orden escueta.

—Convoca a cada miembro del clan y haz que se reúnan en el patio. Quiero a todos los hombres, mujeres, donceles y niños, y los quiero allí en cinco minutos. Cualquiera que no esté presente desafiará mi palabra y será tratado en consecuencia.

David enarcó las cejas, pero no cuestionó la orden de su Lord.—Los tendré allí de inmediato, Lord.

Max asintió, luego giró sobre sus talones y caminó hacia el patio para esperar la reunión. Daniel y Liam acababan de salir de la fortaleza cuando regresó al patio. Pronto se escuchó la llamada, y se hizo eco desde la torre del homenaje y se transmitió con urgencia ya que no era utilizada por los Verstappen desde que fueron asediados por última vez.

—¿Qué planeas? —Preguntó Daniel frunciendo el ceño mientras se acercaba a Max.

—Sé que estás enojado, hermano, pero piensa en tus palabras antes de actuar, — advirtió Liam.

—¿Pensar? —Gruñó Max. —Lo que creo es que nunca he sido más avergonzado por mi clan como ahora. Jamás me han dado motivos para avergonzarme, pero lo que le han hecho a un doncel inocente, trae desgracia a todo nuestro clan.

Daniel suspiró. —Lo sé, pero no reacciones con ira. Tómate un momento para calmarte antes de hablar con nuestros familiares. 

—¿Viste sus manos? —Exigió Max. —¿Viste la humillación y la tristeza en sus ojos? Como Dios es testigo, me enferma que esto haya sucedido detrás de las paredes de esta fortaleza y me enferma que lo haya permitido. Soy tan culpable como ellos, porque no lo esperé y dejé que lo trataran como lo hicieron.

Clan Verstappen 1° [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora