¡Lo siento!

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Después de aquella particular y tan inesperada reunión en el Morrisons ambos padres se fueron a sus casas con sus respectivos hijos a comer.

Los planeas de Crowley para esa tarde eran: Hacer la comida, regar el pasto, trasplantar algunas plantas a otra maceta, preparar su clase del día siguiente, sacar las fotocopias, preparar parte del desayuno de sus hijos para el día siguiente, ordenar su mochila-portafolio, tomar una taza de café, si el día iba bien, sacar a sus hijos a caminar un rato, entre otras cosas.

Pero no. Después de la reunión en el Morrisons, Crowley no había hecho nada. Y se había dedicado toda su tarde a ver sus episodios especiales favoritos de Dr. Who. Incluso más entrada la noche, sus hijos bajaron y le rogaron para que vieran una película juntos: Mi pequeño gran dinosaurio. Crowley siempre SIEMPRE lloraba con esa película.

¿Acaso no era sumamente sentimental la parte donde su papá dinosaurio se le aparece y Arlo se imagina que lo ayuda a salir de entre donde está enredado?

Sí. Siempre lloraba. Y consideraba que las personas que no lo hacían eran personas insensibles. ¿¡CÓMO NO VAS A LLORAR CON ESA PARTE!?

En fin, poco después, todos se fueron a la cama ya que a la mañana siguiente aún era miércoles y tenían que ir a la escuela y a trabajar, respectivamente.

La tarde de Aziraphale no fue del todo diferente. Los planes iniciales para esa tarde eran: Limpiar los estantes, cocinar la comida, tomar un chocolate caliente, lavar la ropa, preparar la clase del día siguiente, leer unos pocos capítulos de su libro, dar una vuelta por el vecindario con sus hijos y ya.

En realidad, solo leyó toda la tarde acostado en su cama con una taza de chocolate caliente al lado.

Su obsesión por el momento era Cumbres Borrascosas de Emily Brontë. Cada palabra lo hacía dudar de absolutamente todo, podía sentir el sentimiento de venganza de los personajes tan bien descritos, estaba seguro de que en algún momento saldrían del libro y cobrarían vida. Definitivamente Cumbres Borrascosas era un libro del que jamás se olvidaría.

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Al día siguiente comenzó una danza extraña para ambos profesores, por alguna razón se sentía como si ambos estuvieran espiándose todo el tiempo. Si el profesor Crowley volteaba a algún lado, el Profesor Fell lo estaba viendo. Si el profesor Fell volteaba, el profesor Crowley le estaba viendo. O al menos eso creía, no es como si los lentes le permitieran ver todo.

Y no tenía nada de malo. Simplemente se sentía extraño porque no habían hablado, no se llevaban, no entablaban conversación desde el día anterior y eso fue por pura educación.

Justo en este momento, ambos se encontraban en la sala de maestros esperando la hora de sus respectivas clases. El profesor Crowley se servía café negro sin azúcar en una taza y caminaba hacia una mesa donde la maestra del primer día lo esperaba.

— ¿Has hablado con el profesor Fell? — Preguntó Anathema en voz baja, pero sin que pareciera un secreto. Crowley se encontraba de espaldas a Aziraphale.

— Mmh —. Dijo dándole un trago a su café — Fuck está caliente —. Volteo para ver a Anathema y le dijo — ¿Qué?

— Te pregunté si has hablado con el profesor Fell después del recorrido del primer día.

— No en realidad. Ayer me lo encontré en el Morrisons cerca de mi casa mientras compraba bolillos. Pero juro que hablé más con sus hijos que con él. ¿Sabías que tiene dos hijos?

— ¿Hijos?

— Ya séééé. Una pequeña niña muy amable que se llama Muriel. Está contigo en danza. ¿no es así?

Until We're readyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora