Corazón herido [Bakutodo/Bakudeku]

Capítulo 7: "Sanando tus heridas"

Narra Shoto

Desperté con el cuerpo adolorido, sentía mi ojo inchado y mi abdomen adormecido. Me levante con cuidado y fui al baño para darme una ducha rápida antes de ir a la escuela.

Mire mi rostro en el espejo, el moretón había bajado un poco, pero aun se notaba el color morado en mi piel. Me quite la ropa y observé mi cuerpo desnudo, tuve ganas de vomitar.

Habia moretones en mi abdomen, gracias a las patadas que me proporcionaron, aunque pudo haber quedado peor si no me hubiera cubrido con mis brazos, los cuales también resultaron heridos.

Me veía de la mierda.

Quite la vista del espejo y me introduje en la bañera, tomé la esponja de baño para luego tallarla por todo mi cuerpo; me sentía sucio, indefenso e inútil. Comenze a tallar más fuerte hasta que mi piel quedara roja, y antes de que comience a sangrar me detuve, mi respiración era entrecortada, mis manos temblaban, estaba echo un desastre.

Respire hondo y termine de ducharme, quería llegar temprano para no encontrarme con Yaoyorozu y su grupito.

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La música de fondo sonaba mientras mi hermana manejaba en completo silencio.

Fuyumi había decidido llevarme a la escuela, no quería tener problemas con Natsuo o Touya debido a mi aspecto, así que le rogué que me lleve ella.

Tome un poco de polvo y lo dirigí a mi cara, dando ligeros toques en las zonas que habían recibido los golpes, ocultando cualquier rastro de haber sido golpeado el día anterior.

—Gracias por todo, Fu —tomé mi mochila y estuve apunto de salir del coche cuando ella me tomó del brazo.

—¿Estas seguro de que quieres ir hoy? —me detuvo mirandome a los ojos con súplica—. Puedes ir mañana, yo le aviso a tu profesor que no te sientes bien y...

—Tranquila, estaré bien —le dirigí una pequeña sonrisa para calmarla a lo que ella suspira. Sin más me baje del auto para dirigirme al gimnasio, debía hablar con el profesor para comentarle que no voy a poder participar en la clase.

Llegue al gimnasio y al parecer aun no había nadie. Me senté en las gradas para esperar al maestro a su vez que sacaba mi teléfono y ponía algo de música.

Cerré los ojos y decidí tomar una pequeña siesta, quería alejar los pensamientos que rondaban en mi cabeza, además ayer no había dormido casi nada, ansiaba por tener un segundo de tranquilidad.

Por desgracia el destino estaba en mi contra.

Sentí como me quitaban bruscamente mis audífonos, abrí mis ojos de inmediato y una desagrable corriente recorrió desde mi cabello hasta la punta de mis pies.

—Veo que apesar de la golpiza de ayer aun te atreviste a venir —Yaoyorozu estaba enfrente mio con su séquito de lamebotas.

—¿Acaso quieres más? Porque en eso no tengo ningún problema —se burló Kirishima lanzándome una sonrisa amenazante.

—¿Pero donde están tus marcas? —cuestionó Kaminari alzando la ceja.

—No que digas que... —Mina se tapo la boca y se hecho a reír—. ¿¡Estas usando maquillaje!?

—Aunque te intentes ocultarte todo lo que puedas esos golpes seguirán frescos, porque mientras nosotros estemos aquí tu vida será un infierno —escupió con indiferencia la pelinegra.

—Bast‐ta... Por favor... ¿Que les hice yo? —mis ojos no aguantaron más y soltaron las lágrimas que estaba reteniendo—. No es mi culpa que mi padre haya sido un idiota, yo ni siquiera sabía todo lo que había estado haciendo.