Crónicas de un Viaje II: Autosuficiencia

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El viaje de aquel hombre continuó, pues al abrir sus ojos, notó esta vez una montaña. Un lugar agradable, con una bella vista, mientras el susurro del viento canturreaba su propia canción.

En una montaña aparecí

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En una montaña aparecí.
Al abrir los ojos, me sorprendí.
Todo se sentía en profunda calma.
Una sensación agradable y sin igual.

Hacía mucho no me sentía así.
Respiré hondo, sintiendo el viento en mí.
Miré el cielo, la vista al horizonte era gloriosa.
Una inmensa paz que yo anhelaba.

"¿Sientes el espíritu, joven?" — Me preguntó el ángel.
"Esta es la gloria, el poderío de quién obtiene la paz mental".
No lo podía creer, pues en realidad.
Por demasiado tiempo no había estado en calma.

Una angustia tras otra había sido mi pasado.
Entre falsos amores, angustias y decepciones.
Cosas difíciles de superar.
Y que al final, nunca me han dejado estar en paz.

Ángel, ¿Como puedo sentir esta paz?
¿Cómo puedo ser feliz en medio de la tempestad? — Le inquirí.
"El secreto, en tu interior está.
La clave, es la autosuficiencia".

Me confundí ante sus palabras, pues no entendí bien.
Sin embargo, en ese momento apareció.
Una llama en el lugar, ardiente y vivaz.
Se sentía su poder, su fuerza.

"¿Vez la llama?" — Me preguntó.
"Ni agua ni viento la pueden apagar.
Esta jamás se extinguirá.
Es fuerte por si sola, es... La llama eterna."

"La misma que vos has de tener en tu corazón.
Para levantarte y seguir.
Sin importar lo que pase, lo que otros digan o hagan.
Pues tú mismo debes ser tu propio señor".

A su vez, un sonido estremecedor comenzó.
Miré a mi lateral, era una avalancha.
Un fuerte cúmulo de rocas caían sin parar.
Más que caos, noté perseverancia.

"¿Vez la avalancha?" — Volvió a preguntarme.
"Con la fuerza de mil jinetes ocurrió.
Perseverante, un sonido que nunca olvidarás.
Como los hijos del sol, nacidos de un volcán."

"Asimismo debes perseverar.
Enfrentar a la vida, ir siempre a por todas.
Es la fuerza de tu vida, más fuerte que un Dios.
Es... La fuerza de tu corazón".

En ese momento, meditando en lo que me decía.
Comprendí que no fue mi culpa.
Que algunas cosas no dependen de mí.
¿Qué tan tonto fui?

Ser feliz por mi mismo es la clave.
Ser mi propio señor, no depender de nadie.
No dejar lugar a la tristeza.
Pues al final, genera decadencia.

Respiré hondo una vez más.
Esta vez, de verdad sentí la paz.
Me sentía liberado, tras comprender.
Todas esas verdades que siempre busqué.

"Veo que lo has comprendido" — observó.
"La siguiente parada, pues, será la conclusión".
Ante sus palabras, simplemente asentí.
En un instante, del lugar desaparecí.


Continuará...

Inspiraciones bajo la Luna (Poemas Y Otros Escritos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora