III

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Ya cabalgan los corceles
de la angustia y soledad
a barnizar mi nido.

Vienen para irse
para dejar una huella
saltarse las normas
inquietar, profundizar, volver.

Amor, vos me protegés.
En el espacio tiritante de la cordura
me unis a la humanidad como se unen
uvas y harina.

Viento espigado nos envuelve, querida,
bailemos derredor de esta fogata
que augura el albor.

No temas, querida,
que tu fuerza innata es dura como el sol
y suave como la espuma:
lograrás sentencias contra el mundo
que nos quiere hacer doler.
No lo permitamos.

Luchemos juntos contra todos los corceles.

Los versos del faroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora