Finalmente

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Ya en la ambulancia empezaron a revisar a Secco en una camilla, mientras que a mí me estuvieron mirando el golpe de la nariz. Secco finalmente cayó inconsciente, pero los enfermeros y médicos dijeron que era menos grave de lo que parecía a simple vista. Sí, había recibido muchísimos golpes, pero a parte de la situación tan agotadora, Secco había estado durmiendo poco, así que estaba muy cansado.

Me puse al lado de la camilla, mirando todo su cuerpo. Estaba lleno de moratones y algunos raspones. También tenía una brecha en la frente. Casi lloro por la impotencia, pero me contuve. Había visto antes lo fuerte que es Secco, y confié en que todo iba a estar bien. Sujeté su mano izquierda hasta que llegamos al hospital por segunda vez ese día, excepto que ahora empezaba a anochecer.

Una médica muy maja me preguntó qué le había sucedido a Secco, y me pidió sus datos.

Lo llevaron a una sala para coserle la brecha de la frente. Mientras tanto yo salí para llamar a Sarah. Creí que debería saber cómo estaba Secco. Cuando le conté que estábamos en el hospital se asustó un poco, pero la tranquilicé lo mejor que pude.

–En diez minutos salgo para allá– Dijo antes de colgar la llamada.

Iba a entrar al hospital, pero recordé que había dejado tirado a Cesare en una pelea con un montón de mafiosos. Así que lo llamé también.

Me respondió casi al instante y me explicó que se escapó antes de que llegase la policía.

–Muchas gracias, Cesare, de verdad. Te debo una, o dos si son pequeñas– Le dije.

–No es nada, Zé. Además, yo te debía una desde hace mucho tiempo– Dijo cálidamente.

Suspiré. Había sido una semana estresante y agotadora. Parecía que todo había pasado muy rápido. Me abrumaba la incertidumbre de lo que iba a pasar con mi relación con Secco. ¿Sería un idiota por querer serguir a su lado a pesar de todo lo que él había hecho?

Y volví a pensar en ese beso.

Decidí que ya decidiría luego qué iba a hacer. Antes de abandonar el parking miré al cielo. La luna estaba llena y su brillo cegaba, incluso con la contaminante luz de las farolas de la ciudad. Habría jurado que habían el doble de estrellas de lo normal esa noche, pero eso podría haber sido producto de los golpes que me llevé en la cara. Aún así me llevé un buen presentimiento.

Pues eso, después de haber avisado a todos los que tenía que avisar, volví a entrar al hospital, y fui a la habitación que le habían asignado a Secco.

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¿Vamos a por un helao'? ///Secco x Zero///Donde viven las historias. Descúbrelo ahora