30 de Julio Me sentía nuevamente feliz vivía en una hermosa casa con Edward que me regalaron los cullen, mi hermana vivía con los Cullen pues no permitieron que ella se quedara en casa de Mike, ahora esa casa estaba deshabitada, asi que Carola vivía con los cullen, muy feliz, todos vivíamos felices y lo que completaba mi alegria era que Edward y yo nos íbamos a casar, Alice se habia puesto como loca organizando mi fiesta. Antes de partir para la iglesia me mire en el espejo, me veía hermosa con mi vestido de novia, detrás de mi salió mi hermana y Alice, ambas con vestido rosa que tenia un lazo blanco, se veian hermosas. Tome al brazo de mi padre y camine hacia el altar, obsereve como Edward sonreía cada vez mas en cuanto me acercaba. - Edward Anthony Masen Cullen aceptas a la señorita Isabella Marie Swan para amarla y respetarla en la salud y en la enfermedad en la pobreza y en la riqueza hasta que la muerte los separe? - Acepto- dijo Edward sonriendo - Y tu Isabella Marie Swan aceptas a Edward Anthony Masen Cullen para amarlo y respetarlo en la salud y en la enfermedad en la pobreza y en la riqueza hasta que la muerte los separe? - Acepto- respondi al instante - Ahora yo los declaro marido y mujer, puede besar a la novia Edward me abrazo fuertemente y estampo sus labios contra los mios felizmente. Caminamos mientras todos nos lanzaban arroz y nos felicitaban, abrace y estreche la mano de muchas personas entre ellas a mi amigo de la infancia Jacob Black. En ese momento vi a mi hermana que me abrazo - Te quiero mucho Bells- me dijo llorando de emocion- porfavor nunca me olvides, se feliz con Edward- sonrio - Yo jamás podría olvidarte, jamás- hice una pausa y le mire sonriendo- sere feliz, soy feliz- le respondi llorando también de emoción Edward me tomo de la mano y salimos caminando hacia la salida de la iglesia Creo que en toda mi vida jamás me había sentido tan feliz, en ese momento todo era perfecto, la luz, el aire, el rostro de mi pequeña hermana que me miraba henchida de felicidad y aun más hermoso, el, que se mantenía a mi lado sujetando mi mano, y sus hermosos ojos dorados brillando con intensa felicidad, en ese momento lo vi claro, nuestro amor era imposible, pero vivió, porque fue el que más lucho. Si era cierto, nuestro amor lucho por mantenerse vivo, y lo consiguió, abrace fuertemente al hombre que me hizo feliz con el que seguramente estaría por el resto de mi vida.