Capítulo 23: un romance mal disimulado

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NOTICIÓN

QUEREMOS VIAJE DE FIN DE CURSOOOO

Stephanie:

Llamo a la puerta, ansiosa, moviendo el pie de arriba abajo frenéticamente.

Cuando se abre la cara cansada de Matt se transforma en una de sorpresa, y no muy especialmente alegre.

–¿Sabías que cuando era pequeña me mordió un pony una teta?–su cara de confusión habla por si sola– Pues, si. No me acuerdo de mi edad exactamente, solo de que estaba en el cumpleaños de una amiga de Grace y había ponis.

»La cosa es, que yo les estaba dando comida, pero uno de mis amigos de aquella época, les estaba tirando la paja encima. Por eso, justo en el instante que me acerque a este último a alimentarle me mordió una teta. La verdad es que dolió, pero tras un tiempo me recuperé.

–¿Qué...

–Cállate–le digo antes que nada–. No me parece bien que no me hayas contestado y que huyeras así, pero no puedo culparte. Así que ahora solo déjame...–le rodeo la cintura con los brazos y no controlo la cursilada que sale de mis labios–cuidarte.

Anonadado, me devuelve el abrazo y yo me fundo contra él.

–¿Has comido, cariño?– incluso yo se que el apodo saliendo de mis labios es raro, pero en este momento, que algo que le haga feliz sea raro es lo que menos me importa.

–No

Tras romper el abrazo paso a su casa y más o menos recuerdo la disposición. Voy caminando a la cocina seguida de él, y nada más detenerme frente a la nevera para inspeccionar lo que hay y puedo cocinar, unos brazos me rodean desde atrás.

–Puedo yo, solo...

–No, hoy no. Hoy te toca dejar que te mime sin quejas ¿Vale?

–Pero de verdad que...

–Matthew, ya.

No protesta más y deja que yo cocine para él. Probablemente no está ni un tercio de bueno de como lo cocinaría él, pero parece que eso no le importa. Le doy un beso en la mejilla cuando le paso su plato y noto como él no tiene mucho apetito.

–Come, por favor.

–No tengo hambre.

–Me da igual, comes. Ahora, ¿y tú hermana?

–Con mis tíos, la dejé allí nada más lo ocurrido.

–Vale. Ahora come, en serio.

Muy a su pesar, lo hace y una sonrisa de victoria juega entre mis labios mientras le miro.

Incluso triste, confuso y con cara de no haber dormido sigue siendo tremendamente atractivo. Joder, ojalá ser así.

–Siento no haberte llamado.

–Ya... no te preocupes, lo entiendo per...

–No–dice serio–estuvo mal largarme sin darte ninguna explicación, lo siento de verdad. No te mereces esto.

–Yo también lo hago–me mira sin entender nada–lo de hacerse hermético. Pasar de todos cuando la situación te supera, y no es bueno, por eso lo tenemos que cambiar, ¿vale?

Pongo mi mano en su mejilla, mientras le acaricio y nada más terminamos de comer no se que hacer.

–¿Puedes...dormir conmigo?–me lo pregunta como un niño pequeño cuando les dice a sus padres si puede dormir con ellos y yo sonrío con ternura.

El odio de un falso amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora