Capítulo 6.

4 3 0
                                        

Era una escena de crimen espantosa, donde la figura de la víctima, aunque delgada, apenas se reconocía como mujer debido a la brutalidad de los golpes que había recibido. Su rostro y huellas dactilares estaban tan desfigurados que resultaba imposible identificarla.

A través de registros dentales, se determinó que la víctima era Katherine, una mujer de 20 años que trabajaba como servidora sexual. El detective Dominic Thomson, un investigador famoso, había llegado a la escena del crimen informado de que podría tratarse de uno de los casos que había estado siguiendo durante meses. El modus operandi del asesino coincidía con el de uno de los asesinos seriales que estaba buscando.

Después de tomar algunas fotos y hablar con la policía que ya estaba en el lugar, Thomson intentó obtener más información, pero fue rechazado repetidamente.

— Señor Dominic, por última vez, no podemos darle información, incluso siendo detective privado. Déjelo en manos de la policía — le dijo un oficial.

Thomson sintió una oleada de frustración al ver a un policía comiendo una dona, ensuciando la escena del crimen, esparciendo migajas por todas partes. Suspiró y sacó algunos billetes, ofreciéndoselos al oficial.

— ¡Cómo es que no lo dijo antes! Ahora le daremos la información — respondió el oficial, aceptando el soborno.

Harto de tratar con personas incompetentes, Thomson se dirigió al laboratorio con algunas muestras de evidencia. Sin embargo, descubrió que las pruebas estaban tan manipuladas que no podían proporcionar resultados certeros. Frustrado, Thomson se enfrentó a otro obstáculo en su búsqueda de justicia.

Se revolvió el cabello bastante estresado, era imposible trabajar con esos inútiles.

A pesar de ser un detective reconocido y talentoso, Thomson se sentía abrumado por la incompetencia que rodeaba este caso en particular. Aunque había resuelto casos difíciles en el pasado, este asesino en serie parecía estar un paso adelante en todo momento.

De vuelta en su estudio, Thomson revisó las notas y perfiles de los cinco asesinos que había estado siguiendo. Sentía que estaba cerca de atrapar a uno de ellos, especialmente al responsable de los asesinatos de prostitutas. Sin embargo, la falta de pruebas sólidas y la confusión sobre la edad del perpetrador le impedían avanzar.

A pesar de su experiencia y habilidad, Thomson sabía que a veces incluso los mejores detectives se enfrentaban a obstáculos insuperables. Por ahora, dejaría el caso en espera y se enfocaría en otras investigaciones, mientras tanto la suma de asesinatos que había cometido había ascendido a nueve.

Sin embargo, entre los casos activos que seguía, había otros cuatro criminales aún más peligrosos. Uno de ellos ya acumulaba doce asesinatos, pero parecía ser un asesino a sueldo. Cada una de las doce víctimas había sido encontrada ahogada en deudas o con un estilo de vida problemático, lo que sugería que eran encargos realizados por terceros.

El modus operandi de este criminal era bastante simple: utilizaba un arma blanca para cometer los crímenes, sin dejar más rastro que las múltiples apuñaladas en un mismo lugar. Esto dificultaba determinar el tipo de arma utilizada, ya que no dejaba marcas distintivas. Además, al cometer los crímenes en lugares remotos y abandonados, no había testigos ni evidencia que pudiera conducir a un sospechoso específico.

A pesar de su lento modus operandi, este asesino demostraba una eficacia notable en su trabajo. Además, la falta de información sobre quién contrataba sus servicios complicaba aún más la investigación. Las edades de las víctimas variaban entre los veinte y los sesenta y cinco años, lo que dificultaba aún más establecer un patrón o perfil del criminal.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 07, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora