un error no cometido

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Pov narrador

La castaña saco su mano de la blusa de la pelinegra, lo que provoco que la pelinegra se enojara, pues ya había comenzado a excitarse.

– ¿Que pasa? – pregunta la pelinegra

– no me pasa absolutamente nada – mintió la castaña – pero....creo que es mejor que me vaya a casa – dijo para darse la vuelta e irse, mientras que la pelinegra solo la miraba irse

La castaña se regaño mentalmente por casi cruzar la línea con freen, se sobresalto al sentir que la pelinegra la había tomado de la mano

– ¿Vamos a mi casa? – propuso la pelinegra

Becky se quedó en shock, no sabía que decir, por lo cual solo se quedo callada, la pelinegra solo soltó un bufido

– lo tomaré como un si – comento para empezar a caminar hacia la casa

La castaña solo se dejó guiar por la pelinegra, pero en su mente sabía que si iba a la casa esa sería su perdición.

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Charlotte

Abro la puerta del almacén, el entrenador me había pedido que guarde todas las cosas.

– ¿No deberías de estar en el salón del consejo? – pregunta una voz femenina a mis espaldas

– si pero debo de guardar esto antes – dije sin saber quién era, pero no me importa en lo más mínimo – así que si no te molesta por favor vete

– ¿Que?

– que si te puedes ir para poder seguir guardando las cosas

– jajaja – se rió de forma arisca – eres la primera que me habla así

– ni que fueras una reina para que te hable con respeto – dije mientras me giraba para ver quién era, se me salio el alma al ver que era la presidenta

– pues no, no soy la reina pero soy la presidenta del consejo – dijo con un tono ofendido

– ¿Presidenta?

– si esa soy yo – dijo con una sonrisa clandestina

– jajaja– rei nerviosa – y no tomes en cuenta lo que te dije

– mmm....no se la verdad sonó muy en serio lo que dijiste

– es que si lo dije en serio.....pero no sabía quién eras así que...

– jajaja....eres muy interesante – se acerco a mi, lo suficiente como para que nuestros labios se rosaran – ¿Cómo te llamas? – dijo agarrando un mechón de mi cabello

– c-charlotte – digo tartamudeando

– engfa, un gusto – dijo para darme un beso en la mejilla, lo que provoco que mi corazón palpite rápido – te espero en el salón del consejo

Se dió la vuelta y salió del almacén, en cuanto salió puse mi mano en mi mejilla, una sonrisa se dibujo en mi rostro, y no se hizo tardar para que mis mejillas se volvieran rojizas.

Seguí guardando las cosas, después de guardarlas me dirijo al salón del consejo,  me pare enfrente de la puerta, suspire y entro

– por fin llegas – dijo viendo como me sentaba en una de las sillas

– ¿Para que me llamaste?

– quiero proponer algo – dijo con seriedad

– a ver dilo

La mamá de mi amiga Donde viven las historias. Descúbrelo ahora