Melancolía

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Queridos:

Llevo un tiempo sin actualizar mi diario y eso se debe principalmente a que he tenido varios proyectos en puerta y eso me fascina. Me encanta tener las manos llenas, aunque por momentos sienta que me descontrolo y no puedo con más. No sé, no me siento cómoda cuando no hay nada que hacer.


A mediados de Febrero me impuse el reto de escribir 30,000 palabras en un mes para El diario perdido de Astaroth, y hasta el momento llevo poco más de 17,000, escribiendo del diario y a tan solo catorce días de haber iniciado, lo cual es un nuevo récord para mí.

Nunca había escrito durante tantos días seguidos, y especialmente cuando tengo tantas otras ocupaciones a lo largo del día.

Usualmente me gana el desánimo o la flojera, incluso la falta de musas a mi alrededor, pero en esta ocasión he seducido a las musas para que me acompañen siempre que lo requiero, y ellas han estado dispuestas a brindarme sus favores.


Queridos, quise compartir esta entrada con ustedes porque, a pesar de lo bien que me está yendo al escribir, de que estoy ocupada en tantos hobbies y proyectos, y las ideas vuelan dentro de mi cabeza como si fuera una gigantesca colmena de abejas enloquecidas por demasiada azúcar, no me siento bien. Hay un vacío en mi interior y, por más que lo intento, no logro hacer nada por llenarlo.

Quizás es la constante búsqueda de la felicidad. La travesía que todos emprendemos por el momento perfecto. Personalmente ya no busco la felicidad, solo intento disfrutar de las pequeñas cosas, nada más. Pero debo reconocer que, en ocasiones, la falta de aquel momento perfecto, me produce melancolía.


Con lo anterior no quiero decir que no me sienta orgullosa de lo que he conseguido, ni que me falte motivación al escribir, por el contrario, escribir me devuelve la vida que durante el resto del día parezco perder un poquito.

No quiero agobiar a nadie, es solo que he aprendido a expresar lo que siento. Ya no voy por ahí sintiéndome la más fuerte. He aprendido a abrazar mis momentos de vulnerabilidad y ahora, escribiendo sobre esto, es justamente lo que estoy haciendo.


Sé que no siempre estaré al cien en mi estado de ánimo, pero saber que el escribir me reconforta de la manera en la que acaba de hacerlo, me da cierta especie de paz. Al menos puedo confiar en ello.


El diario perdido de Astaroth: 2305 palabras.

El tintero de NinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora