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Jihyo no recuerda haber disfrutado tanto la compañía de alguien como con las amigas de Tzuyu. Desde que Tzuyu la invitó a unirse a ellas, ha estado juntándose con su grupo para comer, charlar, estudiar, salir de fiesta o sencillamente morir de aburrimiento porque a veces la vida universitaria no era tan emocionante.

La primera vez que pisó la habitación de Dahyun, la mejor amiga de Tzuyu, se sintió como una criminal entrando en un departamento nuevo que probablemente no merecía después de salir de la cárcel. Las únicas veces que había visitado otras habitaciones fueron para perseguir algo de diversión pasajera, pero aquello se había quedado en el pasado. No iba a recaer en eso de nuevo. Dahyun no le abrió las puertas de su habitación y su amistad para nada indecoroso, y Jihyo estaba encantada y muy agradecida de que la recibieran con los brazos tan abiertos. No podía estropear esto.

Con el tiempo, perdió la vergüenza de pedir permiso para presentarse en el resto de habitaciones. Dahyun siempre la saludaba con una sonrisa de oreja a oreja y finalmente consiguió su cometido de desinhibir a Jihyo, así que muchas veces irrumpían en la habitación de la otra sin necesidad de un aviso.

Es por eso que Jihyo cruza la puerta de la habitación de Dahyun con confianza y se ríe cuando la chica rebota en la silla llevándose una mano al pecho. Tzuyu está tirada en la cama, con el móvil en las manos, que se le cae a la cara del susto. Gruñe y maldice a Jihyo mientras ella se desploma sobre la alfombra, cruzando las piernas.

—¿Para qué querías que viniera con tanta insistencia? —pregunta Jihyo.

Dejando en el olvido los apuntes esparcidos en el escritorio, Dahyun da media vuelta sobre la silla y se lleva las piernas al pecho.

—¡Mi fiesta, por supuesto! —responde emocionada—. Y más te vale no poner ninguna excusa. ¡Tienes prohibido faltar a mi fiesta de cumpleaños!

—Claro que no. No cumples 20 años todos los días.

—Me sorprende que hayas reservado la zona VIP de ese pub nuevo —interviene Tzuyu, frotándose la nariz como si se le hubiera dislocado por el golpe del móvil—. Tú ni siquiera bebes.

—No, yo no, pero tú y Jihyo sois muy graciosas cuando os pasáis de copas. No quiero perderme eso en mi día especial.

—Eres diabólica —ríe Jihyo—. Yo solo me pasé una vez y juré que nunca más se repetiría.

—No te preocupes —dice Dahyun—, yo pagaré el taxi para traerte de una pieza.

—Qué considerada —replica Jihyo con sarcasmo—, pero de todas formas solo beberé una o dos copas. Se aproximan los finales y no quiero estudiar con resaca.

—Seguro que has hecho cosas peores. ¿O ya has olvidado aquella vez que nos dijiste que tuviste que salir en mitad de unas prácticas para no vomitarle encima a tu profesora?

Jihyo se pone colorada hasta las orejas. De haber sabido que la humillarían de esta manera, se habría quedado en su propia habitación. Pero lo cierto es que es un poco divertido, aunque la diversión sea a costa de su dignidad.

—Había un olor muy fuerte que me mareó. Eso es todo.

—Seguro —se burla Tzuyu, con los brazos detrás de la cabeza—, y el hecho de que hubieras vaciado más de un pack de cervezas tú sola la noche anterior no tuvo nada que ver.

—Cierra el pico.

Las tres se echan a reír y pronto cambian de tema. Jihyo escucha en silencio, con los brazos estirados hacia atrás y las piernas extendidas. La alfombra de Dahyun es mullida y comienza a albergar nuevos recuerdos que no le carcomen la cabeza como otros. En este sitio no siente ninguna opresión en el pecho, no tiene miedo de retirar una de las tantas capas con las que se había protegido en el pasado, y puede relajarse como si finalmente hubiera encontrado el rumbo después de navegar por tanto tiempo a la deriva. Aún no tiene claro el destino, pero al menos puede disfrutar de la travesía sin temor de que otra tormenta le arruine el viaje e intente ahogarla.

Back to you ➳ SaHyo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora