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Sana a veces todavía recuerda la noche de tormenta que pasó con Jihyo. El arrepentimiento es una emoción confusa incluso después de varias semanas, y de algún modo eso se siente mal. Sana se siente más culpable por no arrepentirse de lo que hizo, que por haberlo hecho.

Su cabeza es un caos y su corazón un laberinto de espinas, pero tampoco sabe cómo arreglarlo, o si al menos tiene arreglo. De ninguna manera puede contárselo a sus amigas. Nunca, ni siquiera durante los primeros años acostándose con Jihyo, fue capaz de hablarles de su extraña relación.

Momo es su mejor amiga, pero también un desastre con piernas como ella. La pobre chica tiene suficiente con sus estudios, su familia en otro país y su pésimo instinto de supervivencia. Sana no está segura de que alguien tan inepta como ella misma pueda realmente darle el consejo que necesita, y tampoco quiere cargarle más peso cuando Momo apenas vive por la comida y unas calificaciones decentes.

Chaeyoung es como la hermana menor que nunca tuvo. Sana no quiere aferrarse a ella. Siente que es injusto y nada que una hermana mayor haría. Se supone que ella debe cuidar de Chaeyoung, no al revés, así que la menor no necesita saber ni preocuparse por sus problemas.

Mina está totalmente fuera de discusión. Es una persona razonable, con demasiada amabilidad y dulzura que ofrecer, pero de ninguna maldita manera puede apoyarse en su, técnicamente, ex novia; sobre todo, cuando se trata de haberse acostado con otra persona justo después de su ruptura. Pensar en eso hace que Sana sienta más repugnancia que nunca hacia sí misma, con el pecho tan oprimido que ni siquiera halla su propia voz para gritar.

Es entonces cuando encuentra su mayor soporte en Nayeon.

Ocurrió la misma noche de su graduación, justo antes de la fiesta de despedida en los dormitorios universitarios. Era sólo otra noche en la que Sana esperaba inútilmente en la máquina expendedora, con la esperanza de que Mina decidiera retomar la rutina que desapareció cuando empezaron a salir. Sin embargo, a quien encontró allí no fue a su ex novia.

—Hey, ¿no es muy tarde para un refresco? —dijo Nayeon, pillándola por sorpresa.

El vestíbulo estaba a oscuras y, de no ser por la luz de su móvil, Nayeon habría pasado totalmente desapercibida como una sombra más. Sana se sentó a su lado en uno de los sofás.

—¿A qué viene esa cara tan larga? —preguntó Nayeon, agitando su propia lata de refresco—. Mañana es nuestra graduación, ¿recuerdas? Deberías estar al menos un poco más emcionada. No me digas que vas a extrañar la universidad.

—Antes me rajo las tetas —bromeó Sana—. Tengo mucho en la cabeza como para pensar en celebraciones.

—¿Es por Mina? ¿No habías hablado con ella? Dijiste que la habías notado más receptiva. Pensé que, para este punto, ya habríais vuelto.

—Sí, hablamos, pero aún se lo está pensando.

Sana jugó con la anilla de su lata. ¿Cómo podía explicar que todo el malestar que le revolvía las tripas y le machacaba el corazón sí estaba relacionado, en parte, con su ex novia, pero de una manera bastante repugnante?

Nayeon a veces no era suave con sus palabras. Su excesiva expresividad podía sentirse como una cachetada en la cara, y Sana no estaba segura de querer más palos encima, incluso si en el fondo creía merecer eso y más.

No, de hecho, ella ni siquiera merecía que otros la castigaran por su propia estupidez. Debía hundirse sola y morir ahogada en el autodesprecio porque, aparentemente, era lo único a lo que podía aspirar. Mina estaba fuera de su liga, sus amigas no tenían por qué soportar a alguien tan despreciable y... tal vez la vida y todos a su alrededor estarían mejor sin ella causando problemas y revolcándose en tanta basura enfermiza.

Back to you ➳ SaHyo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora