27 de agosto 2023
Mi mente viaja a esas fechas en donde aun era feliz, a cuando yo no dependía de medicamentos, muchas veces nos quejamos de la vida sin saber que existen personas que realmente sufren, que hay personas que sus vidas giran al rededor de tragedias y aún así sonríen, yo tuve que aprender de mala manera que no importa que tan mala esté siendo la vida, siempre debes sonreír para no preocupar a los demás.
El sonido de las maquinas del hospital llegaba a mis oídos, mi pecho me dolía, la enfermera caminaba de un lado a otro en la habitación, yo estaba acostada mientras sentía un ligero ardor en mi mano izquierda.
El hierro entraba por mis venas, mis ojos deseaban cerrarse, el cansancio era demasiado pero mi ansiedad por estar en el hospital no me dejaba dormir, de la nada sentí un ligero dolor, una bolita color morada se empezó a formar en mi mano, mire espantada a la enferma quien corrió a cerrar el paso del medicamento.
Ella tomo mi mano y retiro la aguja para así después comenzar a tallar la vena qué se había ponchado,el medicamento mezclado con la sangre brotaba de mi mano, gire mi rostro hacia el lado derecho dejando recorrer las lágrimas, a pesar de ser esto algo que pasaba con frecuencia no dejaba de pensar porque no había día en que me pusieran el medicamento sin la necesidad de correr al momento en que una vena se ponchara.
- Debemos terminar de pasar el hierro, intentaremos en la otra mano. -informó ella, no podía hablar, tenía un nudo en la garganta, lo único que hice fue asentir, realmente odiaba esto, odiaba los hospitales.
La mujer tomo mi mano libre e ingreso el catéter en esta, sentí un ligero ardor al momento en que el hierro regreso a entrar por mis venas.
⊰✩⊱
Anyelin 10 años
Las paredes eran blancas, el lugar olía a medicamentos desde que atravesaba las puertas de cristal, las personas vestidas de blanco caminaban por todos los pasillos, habían personas llorando, otras estaban dormidas, muchas de ellas se notaban afligidas.
Camine de la mano de mi madre hasta una puerta blanca, al entrar me recibió un señor de cabellos blancos, el me sonreía, su cara ya era familiar para mi.
- Hola Anye, ¿como has estado? -pregunto el como una voz tierna mientras me guiaba hacia la camilla para iniciar el chequeo.
- Bien, no he estado tan enferma este mes. -dije feliz.
El comenzó a examinar mi garganta, su rostro se volvió serio, cuando el terminó me pidió pararme y se acercó a mis padres.
- A esta niña la debimos de haber operado hace mucho. -el miro a mis padres. - si ustedes quieren mañana mismo la operó.
- Nos parece bien. -dijo mi madre.
- ¿Viene en ayuno? -pregunto el doctor, mis padres a sintieron y les dio una orden de estudios clínicos con los estudios que el necesitaba para poder operarme. - los veré mañana a las 7 de la mañana en urgencias.
Mis padres se pararon y le dieron la mano al doctor, camine detrás de ellos en cuanto mis padres caminaron rumbo a la salida.
Apenas salimos del hospital nos fuimos a la clínica qué nos dijeron para que pudieran hacerme mis estudios, mi padre tuvo que agarrarme para que me dejara sacar sangre.
Ese mismo día a las 6 de la tarde me llevaron a urgencias, al entrar me pusieron una bata y mire a mis padres.
- Tengo miedo. -dije mirando a mi mamá, ella solamente acarició mi mejilla y me sonrió.
La enfermera me llevo a una camilla y procedió a ponerme un catéter para si pudieran pasarme suero en vena, la noche fue fría, el lugar erra terrorífico, estaba rodeada de maquinas que no dejan a de marcar mi pulso.
En la mañana me movieron a un quirofano, no mire a mis padres hasta que salí de la cirugía, desperté en una habitación en donde las paredes tenían pequeños dibujos coloridos, mi abuela estaba sentada en una silla al lado de mi cama, ella al verme me sonrió y tomo mi mano.
- ¿Como te sientes? -me pregunto la señora bajita, de cabello rojiso y corto, su piel estaba arrugada y pálida.
- Cansada y me arde la garganta. -mi voz apenas y se escuchaba, sentía como si se me quemara la garganta.
Ella solo me miro y sonrió con tristeza, ya no quería estar aquí, quería irme, estaba cansada.
⊰✩⊱
Me quitaron el suero después de unos 20 minutos más, se me volvió a poncha la vena cuando cuando me retiraron el catéter, no sentía dolor alguno, pero a pesar de ello tenía gas de llorar, apenas me dijeron que podría irme me pare y salí del consultorio, me acerque mi mamá y salí con ella para después subirnos al auto.
- Ya no quiero seguir estando medicada, pensé que todo acabaría cuando me operarán. -miro por la ventana, mi cabeza daba vueltas y tenia gas de vomitar.
- Lo sé, pero ya casi salimos de la anemia, solo aguanta 6 más. - dijo mi mamá mientras manejaba dejando detrás el hospital.
Solo suspire, estaba cansada y dolorida de todo, esto era demasiado para mi, odiaba el hospital, mi infancia me la pase en los hospitales, si había un lugar que no querría pisar serían los hospitales, realmente los detestaba.
- Estas mejorando Anye, no te rindas ahora. -dice mi mamá, sus chinos estaban levantados en una caleta alta, el color castaño claro relucia con los rayos del sol, su piel era bronceada, era perfecta, yo quería ser como ella pero no lo era.
Yo era morena clara, mis ojos eran cafés y mi cabello era castaño oscuro, soy de complexión ancha, mis rollitos del estómago de marcaban con la blusa gris que llevaba, odiaba verme en el espejo, las marcas que el acné dejó en mi rostro eran notorias y yo realmente las detestaba.
Me sentía la persona más fea del mundo, evitaba mirarme en los espejos porque odiaba ver mi reflejo.
Al llegar a mi casa me encerré a llorar, cuando no tenía más lagrimas que soltar cese el llanto y me puse a pensar en que aveces tu sólita tienes que darte una platica motivaciónal para poder salir de donde estas estancada, por más difícil que sea.
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¡NO! más silencio.
Teen FictionAnyelin tiene un oscuro secreto que su familia pensaba guardar hasta la tumba, ella vive con miedo a las personas que la rodean, pesadillas e insomnio, todo por culpa de personas que la dañaron en un pasado.