Capitulo 1. Cumpleaños

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1838 aledaños de Toledo (España)

--- María tienes todo preparado? ---

--- Si... solo echaba un último vistazo, no quiero olvidar nada ---

--- Te vamos a echar mucho de menos, escríbenos y cuéntanos cómo es tu vida en Escocia, yo rezaré por ti todos los días... y ahora vamos que él Padre Antonio te espera en el carro ---

Le dejo una sonrisa a Sor Juana y subo al carro junto al Padre Antonio. Durante un rato este se mantiene callado pero comienza a hablar cuando pasamos por Toledo, me asusta el bullicio de este lugar pero sus edificios son bonitos y grandes, poco a poco el ruido incesante de la gente desaparece tras nuestras rodadas...

El Padre Antonio me ha explicado que tardaremos varios días en llegar a Santander, desde ahí cogeré un barco hasta Edimburgo, el Padre Antonio no ha sabido explicarme muy bien pero cree que igual puedo estar hasta un mes ahí metida. Ojalá que no!

Que complicada se ha vuelto mi vida, hace tan solo dos días solo tenía que preocuparme de que Sor Ágata no me pillara robando galletas de la despensa y ahora me encuentro de viaje y sin retorno.

Ahora se que mi nombre es María de Borja y Velasco hija de Rodrigo y Margarita, los cuales fallecieron trágicamente en un asalto quedando como única superviviente su pequeña hija de apenas unos meses.

Mi abuela debía haberse hecho cargo de mi pero no lo hizo y me abandono en un convento, aquí me han enseñado a perdonar y a no desear el mal a nadie. Pero esa señora debe de tener un corazón muy oscuro.

Al menos dejo papeles para que yo supiese algún día quien era. Mis padres dejaron dispuesto que si ellos faltaban me quedara con mi abuela hasta los dieciséis años y después pudiese conocer a la familia de mi padre. Pero parece ser que solo queda con vida una tía abuela.

Al menos ya sabe que voy de camino hace unos meses la madre superiora le escribió y ella contesto hace unos días aceptando el encargo, de aquí mi partida inminente.

No sé muy bien como sentirme, me invaden un sin fin de sensaciones, tengo ganas de gritar y maldecir, no eso no, está noche tendré que rezar dos rosarios.

Por mi mente pasa Sor Loreto y sus canciones, Sor Magdalena y sus improperios y mi Sor Isidora... tan dulce y tan viejecita. Solo siento que ya nunca más las volveré a ver pero no es algo que yo pueda decidir.

Nunca he sido buena desobedeciendo, aunque algo no me gustara al final acababa acatando, he crecido y he sido instruida en la obediencia y la oración.

--- Despierta dormilona estamos entrando en Santander ---

Me desperezo y abro los ojos, mi olfato se agudiza, huele a humedad y a salado. A medida que avanzamos hacia nuestro destino el paisaje cambiaba, siendo más húmedo pero todo mucho más verde.

Llegamos hasta lo que el Padre llama el puerto, me ayuda a bajar del carro, miro hacia el horizonte y siento pavor. Solo puedo ver agua y más agua. Siento que esa va a ser mi tumba.

Sin tiempo para huir o reaccionar el padre me ha comprado el pasaje y me empuja suavemente hasta el barco. Minutos después me hallo en la cubierta agarrada a una fina barandilla.

El barco da un pitido estridente el cual consigue que tape mis oídos con las manos... Abro los ojos al notar que el suelo de madera bajo mis pies comienza a moverse.

--- Señorita me enseña su pasaje---

Asiento con la cabeza y meto la mano en mi bolsillo sacando un pedazo de papel del interior. Se lo doy al señor y espero pacientemente.

--- Muy bien la llevaré hasta su camarote, sígame y escuche mis instrucciones atentamente... No comenté con nadie que viaja usted sola, la he puesto cerca de una pareja mayor hablaré con ella para que no la dejen sola... ---

Me ha explicado los horarios de las comidas y que debo de pasar la mayoría del tiempo en el camarote, también se ha enfadado mucho al saber que viajo sola, ha dicho que es un peligro para mí y ha maldecido al inconsciente que me ha montado en este barco.

También me ha recordado que no debo acercarme a los caballeros que viajan en los últimos camarotes. Que sobre todas las cosas eso es lo más importante que debo hacer.

No entiendo muy bien por qué? ya que no poseo dinero, joyas o algo que ellos puedan desear de mi.

Mi habitación es muy pequeña y huele a pescado, no tiene ventanas y solo posee un camastro, un orinal y unas cuantas velas.

Me siento en la cama y cierro mis ojos, me siento un poco mareada. Creo que el viaje va a ser demasiado largo.

Sin darme cuenta me quedo dormida, despierto cuando alguien toca a mi puerta, me levanto y me dirigió hasta ella.

Abro sin preguntar y la cara del señor de antes no es de felicidad.

--- No se de donde vienes, ni lo que sabes de la vida pero si no quieres que te hagan daño no abras sin antes preguntar ---

--- Lo siento... ---respondo bajito y un tanto avergonzada, en el convento nunca hizo falta preguntar, en cambio aquí es diferente supongo que es algo que debo recordar.

Acompaño al señor Esteban, así es como se llama o todos por aquí lo llaman así.

Me lleva hasta un comedor y me sienta al lado de un matrimonio mayor, paso una comida agradable al menos por la compañía ya que la comida es como una especie de caldo de pescado y un trozo de queso y algo de pescado en salazón.

Ellos me cuentan que viajan a Edimburgo ha pasar sus últimos años allí, han dedicado toda su vida a viajar de un lugar para otro y es hora de regresar a su hogar. Sus hijos crecieron y se establecieron en diferentes países. Después de cenar nos quedamos un rato sentados, observo como varios caballeros jóvenes me miran y me sonríen. Les devuelvo la sonrisa y la señora Eugenia me hace una mueca de desaprobación.

No creo que sea malo sonreír además es la primera vez que veo chicos jóvenes en toda mi vida. Ya que en el convento solo había mujeres y el padre Antonio.

Me acompañan hasta mi habitación, bueno más bien camarote y se despiden de mi hasta la mañana. Me tumbo en la cama y me quedo dormida con el vaivén de las olas.

Amarte es mi pecado ( Pausada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora