Capitulo 22. Sola

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Me despierta la voz de Owen, y sin saber cómo he llegado hasta aquí veo que estoy dentro del carruaje.

--- Ven quiero que veas algo?---

--- Qué hago aquí?---

No responde a mi pregunta sino que me ayuda a bajar y me acerca hasta un río. No voy a negar que se ve un paisaje precioso.

--- Dónde no encontramos?--- pregunto un poco adormilada.


--- Al noroeste de Inverness, muy cerca del pueblo de Contrín...---

Vale, es lo mismo que no saber nada, no he estado nunca aquí y tampoco se lo que hay cerca. No debí haber preguntado

Bajamos de carruaje, andamos por un angosto camino hasta llegar a una serie de cascadas. El las llama Rogie Falls.

No quiero que me considere mal educada pero para esto me ha hecho bajar!

Nos  acercamos hasta un puente me asomo un poco y casi me caigo de cabeza, cientos que digo miles de peces saltan unos contra otros parece como si se quisiera matar.

Owen me explica que son salmones y que suben a desovar.  Después de un rato admirando a dichos peces mi recién estrenado esposo decide que es hora de partir.

Durante las cinco siguientes horas las pasamos dentro de este habitaculo con ruedas.

Creo que no me gustan los viajes en espacios tan reducidos despierta de haber pasado casi un mes en el barco debería estar más que acostumbrada pero por desgracia no es así.

Cuando la noche comienza a caer creo que vamos a parar pero no es así. Owen me dice que tan solo quedan dos horas para llegar a nuestro destino.

Suspiró y miró el cielo esperando a que el tiempo pase tan deprisa.

Dos horas después nos encontramos en un pueblo, no sabría decir si es grande o pequeño ya que no está casi iluminado.

El carruaje se detiene frente a una casa de piedra rodeada de árboles. Owen me ayuda a bajar, veo a dos hombres que cogen el equipaje y se adentran en la propiedad.

Camino detrás de mi esposo tratando de ver dónde me encuentro, cosa que me resulta bastante difícil debido a la oscuridad de la noche.

Al entrar en la casa nos recibe una señora regordeta y de edad avanzada está abraza efusivamente a mi esposo y el la llama Nana, por lo que deduzco que es su cuidadora.

Nos lleva hasta el comedor y nos pone un plato de sopa y carne en salazón. Después de nuestra cena Owen me lleva hasta nuestro dormitorio y me pide que descanse que el tiene que trabajar.

Se acerca hasta mi y me deja un beso en los labios lo que hace que el rubor se instale rápido en mi rostro recordando la noche anterior.

Me meto en la cama aún con el calor recorriendo mi cuerpo, paso un tiempo despierta esperando el regreso de Owen pero pasada la media noche soy incapaz de seguir despierta.

Me despierto con los rayos de sol sobre mi rostro, me desperezo y miro hacia mi izquierda encontrándome la cama vacía y hecha.

Dónde habrá dormido está noche? Me acerco hasta el baño y me aseo,cojo un vestido del baúl y recojo mi pelo.

Bajo las escaleras y bajo hasta el comedor allí me recibe la señora de anoche, le pregunto sobre Owen y me responde en gaélico, no soy capaz de entender lo que dice ya que su acento es muy diferente.

Juraría que anoche la escuché hablar en inglés, supongo que no fue así y todo se debió a mi cansancio.

Sonrió porque no se que más hacer y, desayuno sola y en silencio.

Paso toda la mañana sola, esto tiene de todo, menos de Luna de Miel. Para que hacerme venir si pensaba en dejarme sola para eso me hubiese quedado en casa y podría haber ido a visitar a la abuela y a Bailey.

Después de la comida ya no aguanto más metida en esa casa. El poco servicio que hay parece ignorarme, por lo que decido coger el chal y salir a ver el pueblo.  Antes de salir cojo un par de monedas por si las necesito.

Abro la puerta y salgo al exterior. La tarde está soledada pero no será por mucho aquí la noche cae demasiado pronto por lo que debo darme prisa.

Camino por calles estrechas y empedradas, es la primera vez desde que volví de Londres que son de tierra. Al menos aquí no llenare mis pies de barro.

Veo una pequeña tienda de ella sale un dulce aroma, me acerco más y puedo ver qué se trata de una panadería. Veo panes, Galletas, bizcocho...

Abro la puerta y compro algunas cosas, miro al cielo y veo como la noche comienza a caer, es hora de volver. Camino ensimismada y sin darme cuenta tropiezo con algo. Levanto la cabeza y veo que es un gran hombre de cabellos cobrizos.

Este parece enfadado coje mi brazo fuerte y me zarandea, lo único que puedo hacer es llorar.

Un segundo solo un segundo hace falta para salir huyendo y gracias al cielo el me suelta un momento, me escapó pero en mi huida escoge mi vestido rasgando la mitad de mi falda, eso no hace que me detenga sino que todavía voy más rápido.

Corro y corro sin rumbo fijo, mis oídos todavía parecen escuchar sus gritos. No puedo parar, no puedo mirar atrás...

Cuando mis pies no pueden dar un paso más, me siento bajo un edificio.

No sé dónde estoy, por la calle no pasa nadie, estoy desorientada no sé dónde puede estar la casa.

Me levanto del suelo y comienzo a caminar esperando encontrar a alguien que me pueda ayudar pero sin querer vuelvo al punto de partida. Allí al final de la calle se encuentra es ser malhumorado.

Retrocedo lentamente esperando que no me haya visto, una vez giro la esquina vuelvo a correr como alma que lleva el diablo.

Exhausta y rendida me siento en un banco cojo un par de galletas y me las meto a la boca, el frío es intenso y se mete muy dentro de mi cuerpo. Me abrazo fuertemente intentando guardar algo de calor, con mis últimas fuerzas me levanto y cambio hasta una gran casa, veo como el humo sale por la chimenea. Eso quiere decir que hay gente dentro solo espero que me puedan ayudar.

Tocó dos veces la puerta y de un momento a otro me sumo en la más profunda oscuridad.

Amarte es mi pecado ( Pausada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora