Entrenamiento.

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Advertencia de contenido: el capítulo contiene menciones a ideaciones suicidas. Se recomienda la discreción del lector/a.


—Me voy ya —Chuya se despidió de Kenji, como siempre. Era el único miembro de la Agencia con el que tenía ese tipo de consideraciones, porque todos siempre estaban demasiado ocupados con sus propios asuntos como para que Chuya los molestara con saludos y despedidas triviales, o eso pensaba.

—¿No esperarás a Dazai? —Preguntó con curiosidad el rubio, observando cómo el castaño dormía con tranquilidad sobre su escritorio.

—No, tengo algo que hacer —Respondió Chuya, y Kenji dejó escapar una pequeña sonrisa. Era un pequeño avance, pues usualmente le diría que no es de su incumbencia y se iría sin dedicarle una sola palabra más. Parecía que el haber compartido sus anécdotas con Dazai fue de ayuda para que se relajara a su alrededor, lo suficiente como para tener conversaciones triviales como esta. Ignorante a todos sus pensamientos, Chuya alzó la vista hacia el escritorio de la novata—. Kyouka, es hora de irnos.

La chica simplemente asintió, y se despidió con rapidez de Atsushi y del resto de detectives, exceptuando Dazai, porque no quería interrumpir su sueño. A veces, por la noche, lo escuchaba dar vueltas por el departamento que compartía con Chuya, incapaz de conciliar el sueño, así que le alegraba un poco ver que fuera capaz de descansar, aunque no fuera el lugar ideal. Le causó un poco de gracia ver cómo Kunikida se quejaba de su actitud desde su asiento, pero tampoco hacía ningún esfuerzo por despertarlo.

Chuya esperó en la puerta hasta que Kyouka lo alcanzara y, una vez lo hizo, el pelirrojo se despidió con un rápido asentimiento de cabeza hacia todos los presentes. Era diferente de las veces que Dazai lo obligaba a despedirse personalmente de todos, pero era mejor porque este gesto nacía de Chuya. Después de su despedida, la Agencia se quedó en un cómodo silencio por unos instantes, llena con el quedo ruido de personas tecleando, escribiendo, o hablando en un suave murmullo. Eso hasta que una voz llenó la habitación, rompiendo el tranquilo ambiente que reinaba hasta entonces.

—¿Ustedes creen que Chuya me está engañando? —Preguntó Dazai, incorporándose con energía, asegurándose de hablar lo suficientemente alto para que todos pudieran escucharlo. Esta era una cuestión importante, después de todo.

—¿No te la pasas diciendo que lo tienes completamente enamorado de ti...? —Preguntó Atsushi, con duda. Le parecía extraña esa sospecha cuando Dazai siempre actuaba como si su mayor logro en la vida hubiera sido casarse con Chuya.

—¿Estabas fingiendo dormir? —Kunikida lanzó la pregunta, y Dazai simplemente se encogió de hombros, lo que era lo mismo que aceptar la culpa. El rubio frunció el ceño, y se tuvo que contener para no lanzarle un puñetazo. Iba veintiséis segundos retrasado en su agenda, no podía permitirse eso, así que simplemente optó por insultarlo mientras seguía trabajando—. Eres una escoria. Deja de perder el tiempo y ponte a trabajar.

—Últimamente Chuya y Kyouka se van sin mí, y yo llego antes a casa. No sé qué hacen en ese tiempo —Comentó Dazai al aire, ignorando las quejas de Kunikida al igual que ignoraba la pila de papeles que necesitaban atención y se acumulaban sin parar en su escritorio. No tenía mente para hacerse cargo de eso, debía lidiar con asuntos más importantes en este momento.

—Es extraño que algo se te escape, Dazai —Observó Tanizaki, que era lo suficientemente amable como para escuchar a su superior.

—Lo sé. Por eso estoy preocupado —Asintió Dazai, haciendo una mueca.

—¿Por qué se llevaría a Kyouka, si te está engañando? —Preguntó Kunikida, siguiendo el sentido común. Sería poco práctico llevarse a una niña a una reunión con un amante, en caso de que tuviera alguno. Conocía poco a Chuya, pero no le parecía el tipo de persona que tendría un descuido como ese.

Care. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora