Plática.

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Advertencia de contenido: hay menciones del ship entre Atsushi/Kyouka, aunque con fines cómicos. Se recomienda la discreción del lector/a.

—¿Estás mejor, Kyouka? —Dazai escuchó a su pupilo hacerle la pregunta a la pequeña, y por el rabillo del ojo, observó cómo la única respuesta que recibió fue asentir, sin decir nada más. No era necesario, al menos con Atsushi. Tal vez fuera por el tiempo que vivieron juntos antes de que Fukuzawa decidiera mandarla a vivir con la pareja, pero entre ambos existía un entendimiento que creía ni siquiera había logrado con Chuya, lo que lo preocupaba. No quería que su esposo lo abandonara porque sintiera que su nueva hija no lo quería tanto como al chico tigre, por lo que siguió escuchando con atención la conversación que se desarrollaba a su lado, en búsqueda de pistas—. Me alegra mucho.

—Cuidaron bien de mí —Chuya no pudo evitar el sentimiento de orgullo que llenó su pecho al escuchar las palabras de la chica. Habían pasado un par de días desde la fiebre de Kyouka, y tanto ella como Dazai ya se encontraban mucho mejor. Incluso Kunikida lo dejó dormir en uno de los sillones de la Agencia, en una ocasión en la que llegó tan cansado de cuidar tanto de la chica como de su esposo. Murió de vergüenza cuando, una vez que despertó, Kenji lo elogió por ser tan amable y no pudo resistirse a abrazarlo, como una felicitación por su arduo trabajo, pero el cansancio era tanto que lo aceptó. No le haría mal recibir dichas expresiones de cariño, de vez en cuando.

—Yo le preparé de comer —Presumió Dazai, incapaz de no entrometerse en su plática. Ahora que su ánimo mejoró, tenía muchas anécdotas que contar al respecto. Cuando se enfermaba y Chuya cuidaba de él no recordaba demasiado los días siguientes, pues la fiebre nublaba sus memorias. Sin embargo, esta vez pudo observar de cerca a Chuya procurar a la chica bajo su cargo, yendo más allá de lo que era necesario para asegurar su bienestar. Su corazón no podía evitar latir emocionado al recordar al pequeño hombre que se quedaba inesperadamente dormido en el sofá, vencido por el cansancio, mientras él hacía de su parte para al menos limpiar los platos o lavar la ropa.

—¿No tenías prohibido entrar a la cocina? —Quiso saber Kunikida quien, como de costumbre, escuchaba sus conversaciones, aunque fingiera que no.

—A veces es de utilidad —Fue la explicación que dio Chuya, y Dazai no pudo evitar sonreír y mover con emoción sus piernas, como si fuera un adolescente enamorado. Era raro que su esposo lo elogiara tan abiertamente frente a los demás, y no podía evitar alegrarse en esas extrañas ocasiones. No sabía cuándo se repetiría el buen humor de su pareja... Aunque, para ser justo, Chuya se había relajado mucho en la Agencia desde la llegada de Kyouka. Dazai se permitió perderse en sus ensoñaciones, mientras observaba con atención al hombre pelirrojo del otro lado de la oficina, que se inclinaba hacia el pequeño rubio a su lado—. Kenji, ¿Cómo debo cuidar de la nueva planta que me regalaste?

Dazai no escuchó las indicaciones de Kenji para cuidar de la planta, pues prefería centrar su atención en el atractivo pelirrojo que escuchaba las instrucciones con atención. La planta no le importaba en lo más mínimo y, de todas maneras, el pequeño arbusto se quedaría en la oficina para adornar el escritorio de Chuya. Además, tenía cosas más importantes en las que pensar ahora. Por ejemplo, la relación entre sus subordinados.

Inevitablemente, su mirada se desvió hacia Atsushi y Kyouka, que seguían hablando con ánimo entre ellos, como si no existiera nadie más. Siempre era así: aunque los meses transcurrieran de buena manera y Kyouka se adaptara con facilidad al ambiente de la Agencia, estar al lado del chico parecía lo natural para ella, como si se sintiera segura. No sabía qué provocaba ese pensamiento. Podía ser que el hecho de Atsushi fue quien la rescató y la razón indirecta por la que entrara a la Agencia, o podía ser que el que hubieran vivido juntos por un corto periodo de tiempo simplemente logró que sus personalidades fueran compatibles entre ellas, lo que les facilitaba llevarse bien.

Care. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora