Huele A Sonido

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Josh maldecía en su mente tener que entrar a un lugar tan contaminado e inseguro como la fábrica de químicos local, del lugar emanaba una cantidad abrumadora de olores tan fuertes e intoxicantes que casi lo hacen querer arrancarse la nariz, los gases que emanaban de todo el lugar hacían que sus ojos empezaran a soltar lágrimas y hacerlo toser de vez en cuando, debido a esto Josh utilizó su corbata morada para taparse la boca y la nariz y para evitar el acceso del olor abrumador e inmundo de la fábrica de químicos. La fábrica desde afuera era inmensa e intimidante, era como una fortaleza impenetrable rodeada de tubos, chimeneas, ventanas rotas y construida con ladrillos llenos de grietas y hongos verdes típicos de un lugar viejo y oxidado.

Lo peor de todo es que todo esto era apenas en la entrada.

El señor Bertrand los había mandado a ellos 3 a la fábrica para traer un generador de repuesto, y claro sonaría ilógico pensar en primer lugar que una fábrica de químicos tuviese un generador de energía de repuesto hasta que notas que fue el único lugar donde no se fue la electricidad, teníamos suerte de que Peter se llevase bien con el director de la fábrica por que si no, Josh dudaba mucho de que el director se hubiera parado a pensar en regalar uno de sus generadores de repuestos, teniendo en cuenta lo poco que les importa a estos empresarios el bien de la comunidad cuando a ellos no les afecta o si su señor de la guerra se los ordena.

-Mierda el señor Weller debería considerar seriamente poner un ambientador o algo- dijo Peter

-Dudo que eso cubra el olor- dijo Zenón

-Pero valdría la pena el intento- dijo Peter

Zenón solo movió la cabeza, no viéndole sentido rebatirle algo a Peter.

Entraron con rapidez a la fábrica tapándose las narices tratando de no estar ahí mucho tiempo, había un montón de máquinas, barriles llenos de diferentes químicos y unas piscinas de químicos muy probablemente peligrosos que no estaban tapadas y que probablemente ha causado miles de accidentes en este lugar, la gran mayoría de los trabajadores eran huesudos por lo que ninguno de ellos tendría que oler el inmundo hedor del demonio que venía de los tubos y piscinas de ácido, probablemente los dueños no recibirían quejas por que uno de los empleados cayese en una de las piscinas o si se rompía un hueso o se quemaba, los pocos trabajadores humanos tenían mascaras de gas bastante viejas y desgastadas, algunas tenían quemaduras y deformaciones en los lentes, muy probablemente eran mascaras viejas que algún soldado de las guerras Fóbicas usó, muy probablemente eran de la primera guerra Fóbica debido a su baja calidad muy a diferencia de las mascaras de la segunda.

Avanzaron entre las cisternas y las máquinas ya oxidadas que residían en la parte más baja de la fábrica, subieron hasta las escaleras por donde daba la barandilla y voltearon a la derecha en frente de la Puerta de la oficina del señor Weller.

-Recuerden, el señor Weller odia la insolencia hacia su persona- dijo Peter

-¿y eso no es lo que eres tú?-dijo Josh

-sí, pero cuando yo lo hago no sueno a un narcisista impotente y rencoroso- dijo Peter

Josh le hizo mala cara pero se aguantó las ganas de responderle de una manera soez.

Cuando entraron a la oficina del señor Weller, se encontraron con una oficina vieja y con montones de muebles de madera y vasijas de cristal, la oficina desentonaba con el resto de la fábrica de químicos, parecía la oficina de algún magnate de los años 50 o la de un anciano de los años 90, la habitación era exageradamente grande para una oficina aun para la oficina de un cara de cosa pero si había algo que destacar es que los muebles eran enormes, un solo mueble de la oficina podía medir unos 1,80 metros de altura—tomando de referencia el escritorio—, había una gran ventana cuadriculada detrás del escritorio de madera en donde estaba el señor Weller sentado observando con su gran bastón decorado con pinturas de vario pintos colores como Azul, Amarillo, Rojo y Negro.

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