Confianza negra

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Hermoso el día fue aquél en donde Sam finalmente termino en las alcantarillas, un lugar seguro y aislado de todo peligro, claro aún estaba las veces que durante sus noches se levantaba gritando pidiendo la muerte y llorando sin lagrimas por sentir algo que no fuera agua y dolor, pero en general al menos se sentía aislado de todos los peligros de afuera sentida seguridad y confortabilidad que había en las alcantarillas los días en que no había entes parasitarios, ni C.T.D.A, ni hombres con voces monótonas y muertas, solo un lugar pacifico con el sonido del agua a mi alrededor y el opresivo techo.....QUE DECÍA...agradable techo, el techo no era opresivo al contrario era muy agradable con sus putrefactas pero fuertes tuberías, sus seguras y perfectamente insonoras paredes que encerraban cualquier sonido, y las sucias y negras pero hermosas aguas que había.

De lo único de lo que tenía que preocuparse era de no caerse al flujo de agua y no mucho más, si se sentía deprimido tomaba del primer flujo de agua que encontrase por más sucio que estuviera, solo lastimaría un poco su estómago, el cual por alguna extraña razón era el único órgano que le quedaba en todo el cuerpo como una bolsa que tiene siempre pero que no sabe de qué le sirve, que suerte que eventualmente con el tiempo se le cayó.

Las Voratas eran probablemente su mayor inconveniencia, esos seres se le subían encima cada que trataba de no-pensar en tranquilidad, siempre que una de esas alimañas se subían encima de él Sam tenía un ataque de pánico inexorable en el que se ponía a gritar y lamentarse en voz alta como un mono rabioso, las Voratas mordían los huesos de sus pies, los tendones podridos que seguían aferrados a sus huesos y su débil estómago expuesto, maldecía al ser que engendro a esas ratas llenas de costras, grasas y líquidos verdes que emanaban de sus cuerpos gordos. Sam definitivamente extrañaba esos días con mucha nostalgia.

Pero rápidamente Sam tuvo que ser despertado de su no-pensar cuando sintió que alguien lo estaba tocando haciendo que despierte asustado de que algo se haya subido a él.

-wow, wow tranquilo, tengo guantes así que no te preocupes no te puedo infectar, aunque no lo estoy que quede claro- dijo Ricardo enseñándole las manos para mostrarle que tenía guantes- Pedro me mando para que te diera los tuyos, no podemos correr riesgo alguno- dijo mientras le pasaba unos guantes a Sam.

Sam se le quedo mirando unos segundos con una mirada perdida lo cual hizo del momento algo incómodo para Ricardo, como dicen por ahí ver directamente a los ojos a un huesudo por tiempo prolongado puede causar la sensación de estar viendo el abismo.

-hola, hola tierra llamando a huesudo cuyo nombre no sé- dijo Ricardo chasqueando los dedos en frente de Sam para que reaccionara.

Finalmente, Sam reaccionó saliendo del shock que tuvo por haber sido tocado, si era sincero hacía mucho que Sam no había sido tocado por otro ser humano.

-l-lo siento y-y-yo es-estaba...- balbuceo Sam.

Ricardo le puso un dedo en la boca y simplemente le paso los guantes.

-póntelos créeme nos evitara una desgracia- Ricardo dijo para después irse.

Sam había sido acogido en el grupo de hombres que se habían encontrado 3 días atrás, todos ellos desconfiaban uno del otro y trataban de tener el trato más distante posible, había mucho silencio en el ambiente usualmente y había una especie de tensión entre todos como si todos se tuvieran un odio jurado o una vendetta personal uno con otro y por más extraño que pareciese para Sam, una persona que disfrutaba el silencio, le resultaba incómodo la cantidad tan abrumadora de silencio tenso y miradas de completa apatía y desconfianza, de alguna manera lo único que conseguía todo eso era que las paredes se sintieran más pequeñas haciendo que Sam se sintiera menos seguro de su propia seguridad personal.

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