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William cayó al suelo sin tomar la mano de Arioch, rodeado por intensas llamas que devoraban todo a su alrededor en un torbellino. Los cristales se derritieron, los azulejos del baño se ennegrecieron y la humedad del lugar desapareció en un instante. Sin embargo, en medio del caos, una sensación de calma se apoderó de él cuando una pequeña llama blanca emergió de su pecho.


"Pero no estás listo, William. Aún no. Todavía te falta conocer la verdadera tristeza, apenas estás experimentando el dolor. Y yo, yo te haré recordar lo que es la desesperación".


Al final, el corazón no olvida las heridas que quedaron en lo más profundo de tu ser, las cicatrices que marcaron tu alma, ni el abismo de desesperación en el que una vez nos sumergimos.


Así que comienza a recordar quién eres, quién fuiste y quiénes somos. La realidad ha cambiado y volví a aquel sueño del que Arioch una vez me sacó.


El dolor que la consume se refleja en las lágrimas derramadas que corren sobre sus mejillas, mientras el aire espeso y denso se cierne como una sombra sobre todo lo que toca. La oscuridad la rodea como un manto de exasperación, consumiéndola en su totalidad. Los sollozos ahogados y los gritos desgarradores rompen el silencio de la noche, atrayendo la atención de todos los presentes.


Su corazón herido yace en el suelo junto el cuerpo destrozado de aquel hombre cuya alma fue divida en dos, por las crueles manos que se suponia debia proteger, Sus miradas se cruzaron en un instante eterno en el que recordo sus susurros de amor, sus sueños y sus deseos los cuales se desvanecieron en el silencio sepulcral que envolvía aquel lugar


sus manos temblaban sin control, su mirada perdida en el vacío, Sus pensamientos envueltos en un torbellino de angustia y desesperanza, la abandonaron e incapaz de hallar una salida a su sufrimiento


desafío las leyes del mundo, abusó de su poder, y su ira se libero, en el instante en el que universo parecía detenerse para ella, como si el tiempo mismo se hubiera congelado para presenciar la tragedia que se desplegaba ante sus ojos, el eco de un amor perdido, de promesas rotas que ya no se cumplirian


Yo soy tu, tu eres yo, incluso si el mundo lo rechaza eso no cambiará


Aquella pelirroja enloquecida en medio de una montaña de cadáveres mostraba una sonrisa desagradable, una sonrisa desagradablemente hermosa. Era la progenitora de la casa del destino, un ser que solo traía consigo la muerte, deseaba amor, sin ofrecer nada a cambio de su devoción lo entrego todo


Sin emoción alguna, una sonrisa se posó en su rostro, una sonrisa con la cual ellos no se dieran cuenta que no son amados, de que fueron abandonados. Observaba con una actitud indiferente, una mirada que te hacía sentir prisionero.Sigrid, llevada por la impotencia, la ira, el enojo y la tristeza, se desató y se volvió imparable, sembrando caos y destrucción a su paso.


Nadie podía detenerla, nadie podía contener su poder descomunal. Su sed de venganza era insaciable, y nadie sabía cuál sería su próximo objetivo. Era como un cataclismo viviente, una fuerza de la naturaleza fuera de control. Todos temblaban ante su avance imparable, sabiendo que su destino estaba sellado si decidía dirigir su ira hacia ellos. Era la encarnación misma del caos y la destrucción, una amenaza que nadie podía detener.

Dónde Los Sueños Perecen (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora