Las luces de la habitación eran tan intensas que no podía abrir los ojos, al menos durante un tiempo. Cuando finalmente logré ver a mi alrededor, me di cuenta de que estaba solo. Giré la cabeza para mirar mi brazo y descubrí que las marcas habían desaparecido, reemplazadas por una inyectadora por la cual fluía un líquido incoloro directamente en mi vena. Intenté mover el brazo, pero no pude. En ese momento, la puerta de la habitación se abrió y un enfermero entró.
-Qué bien que has despertado, joven William – dijo el enfermero.
El enfermero comenzó a desatar las restricciones que impedían el movimiento de mis brazos y, al mismo tiempo, retiró la vía que suministraba el suero
-¿Qué me ha pasado? – pregunté.
-Llegaste aquí con una contusión y estabas inconsciente. Desde entonces, solo has estado durmiendo. Informaré que has despertado. Espere un momento.
Pasaron unos minutos y las puertas se abrieron, revelando a una Annie somnolienta y desaliñada que sostenía una taza de café.
-Me has dado un buen susto – me dijo.
-Lo siento. ¿Estamos solos aquí?
-Sí, llevas dos noches y medio día en la cama.
-¿Y Gray?
-Salió por negocios, pero regresará en dos días para tu cumpleaños.
-Dos días, ¿eh? Dime, Annie, ¿y Alice?
-No la he visto desde que te traje aquí, William.
Un flashback llegó a mi mente: Alice desapareciendo en la oscuridad y yo en el suelo con varias flechas clavadas en el cuerpo. Me moví un poco para ver dónde habían impactado las flechas, pero no había ninguna marca.
Annie se sentó en el sillón junto a la cama de William, levantando los pies y recostándose mientras sostenía su café.
-¿Tienes hambre? – preguntó.
-...
El sonido de los sorbos del café caliente era lo único que se escuchaba en la habitación.
-¿Por qué sigues aquí, Annie? – pregunté.
-Porque tú estás aquí – respondió ella.
En ese momento, el doctor entró y comenzó a anotar en una libreta mientras hablaba.
-Usted debe ser la hermana del joven William, ¿verdad? – preguntó el doctor.
Annie sonrió y el doctor continuó.
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Dónde Los Sueños Perecen (EDITANDO)
FantasyA veces el enemigo más peligroso no es aquel que ejerce el poder desde el trono del rey... Si no, aquel soldado abandonado que no tiene nada más que perder, aquel que se vuelve una hermosa pesadilla y que no se detendrá hasta perecer. En medio de e...