𝑺𝒆𝒕 𝒎𝒆 𝒇𝒓𝒆𝒆 [𝑷𝒔𝒚𝒄𝒉𝒐 𝒑𝒕2] [𝑱𝒆𝒐𝒏𝒈 𝑱𝒂𝒆𝒉𝒚𝒖𝒏]

VIII

[Shanghái, China] 

Jaehyun miraba y miraba su casa destrozada. Las prendas de su ratoncita y los preciosos conjuntos que le había comprado pero que nunca había decidido ponerse. 

Estaba furioso. Quería a su Tara de vuelta, no solo para seguirla teniendo bajo su mando, sino para torturarla hasta sacar toda la información que tenía acerca de sus secuestradores, quienes eran, como eran y lo más importante de todo, ¿porqué no había puesto resistencia cuando se la llevaron? 

Planeaba en su mente cada una de las cosas que le haría cuando la tuviera de nuevo en sus manos, pero su imaginación fue interrumpida por el mensaje que le había llegado. 

S.G 

>>Dijiste que no volvería con vida, ¡PROMETISTE MATARLA! 

>>Rompiste tu promesa maldito traidor, ¡dijiste que la matarías después de encontrarla en el acantilado! Te pagué todos estos años por tu asesinato y resulta que le dabas una vida llena de lujos CON MI DINERO 

>> Volvieron a Milán, está con ese policía. Mátala, hazlo bien esta vez

No tengo porque obedecer ordenes tuyas.<<

Me contrataste porqué viste lo que soy capaz de hacer y sabes perfectamente que puedo matarte en cualquier momento que yo lo desee<<

Será mejor que te cuides la espalda, contrata toda la seguridad que quieras<<

Primero, iré por ti. <<

El taxi en el que viajaban Tae y la chica estaba cada vez más cerca de la cabaña en el bosque donde el incidente de ella en el acantilado había ocurrido. 

El paisaje le parecía sumamente familiar. Las aves y los árboles podrían sonar y verse completamente iguales, sin embargo, la memoria nunca falla con algún tipo de detalle. 

—Están yendo a una escena del crimen muy conocida, ¿lo saben? —habló el chofer mirando por el retrovisor— aquí asesinaron a muchas personas hace un par de años y la pareja que vivía aquí, desapareció hace mucho tiempo 

—Solo conduzca. —murmuró el rubio a su lado— 

Tara no dijo ni comentó nada ante las palabras del señor mayor. Si su esposo era un asesino, ya nada le sorprendería acerca de más asesinatos. 

En pocos minutos, llegaron. Tae pagó el viaje y ambos bajaron del vehículo para adentrarse cada vez más al bosque hasta llegar a aquel lugar abandonado donde las cintas policiacas y los cristales rotos se encontraban aún. 

La chica miraba con detalle cada una de las esquinas de aquella casa abandonada. Cada ventana. Cada puerta. Hasta que por fin, entraron logrando encontrar miles de manchas de sangre, alfombras llenas de polvo, prendas en el vestidor, shampoo en el baño, toallas y muchas cosas más.