CAPITULO: CUATRO

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ALEX

— ¿Dos semanas?

— Sí, sabes que mi trabajo es muy exigente.

— Odio tu trabajo — ruedo los ojos.

Dos semanas sin mi mejor amigo es mucho tiempo, se va a los Ángeles a atender un caso de suma importancia, me gusta que sea abogado así me ayuda en los líos en los que me meto, pero pasar horas sin el es puto castigo.

Pablo y yo nos conocimos en una fiesta fandom, nos enrollamos un par de veces, pero llegamos a la conclusión que solo podríamos ser amigos, ya que no me gusta formar pareja con alguien responsable y que se levanté antes de las ocho de la mañana.

— Bueno pulga —- suspira — me tengo que marchar, el vuelo sale dentro de una hora-me da un beso en la frente.

— Te quiero.

Agarra el portafolio y se acomoda la corbata, camina hacia el taxi y antes de abrir la puerta, gira encima de sus talones y regresa en mi dirección.

—Lo olvidaba—coge mi mano y la abre—ten, cuidala, sabes que es mi bebé—deja caer sobre mis dedos las llaves de su moto.

—Gracias bicho raro—asiente sacándome el dedo corazón y esta vez si se va.

Al auto desaparecer por la esquina, empiezo a saltar y a gritar de emoción. ¡Joder me a dejado su moto, su puta moto de carreras!

—Sí, Anja, ¿Quien tiene una moto?—muevo mi cuerpo haciendo una danza de alegría—¡yo tengo una moto!

Una pareja pasa por mi lado mirándome como si yo estuviera loca, corto mi estúpido baile y ago como si no hubiera pasado nada, al darme la espalda sigo cantando.

¿Qué estás esperando? Ve por ella.

Salgo pitando a su departamento que está en el centro de la ciudad y quede en shock al ver la comisaría hecha un desastre, las patrullas están destrozadas por bloques que les cayeron encima, hay cintas de las amarillas por todos lados y unos cuentos carros de bomberos que todavía intentan apagar algunas llamas que se incendia cada que uno de los coches explota.

—Señorita, no puede estar aquí—uno de los oficiales se me acerca.

—¿Qué paso?—me quedé dónde mismo admirando tal desastre.

—Se está investigando, por favor muevase está en una zona restringida—el hombre me toma por los hombros.

—¿Hay algún herido?—lo miro a los ojos.

—Ese no es su problema, por favor, haga el favor de retirarse, estamos investigando, si quiere más información espera a la tele.

Hago caso a lo que dice, no quiero problemas con ningún oficial a estás alturas, pero necesito saber si mi tío está bien, es uno de los mejores policías de por aquí y me entristecería si le pasase algo.

La casa de Pablo no está lejos de la comisaría, solo me tomó unos minutos en llegar. Las manos me tiemblan cuando intento abrir la cerradura del porche, y ahí está, en una esquina esperándome con un brillo deslumbrante, paso un dedo por el timon y me coloco el casco, estoy súper nerviosa y a la misma vez feliz, Pablo nunca me había dejado manejarla y llevo soñando con este día desde la primera vez que hice contacto visual con los espejos retrovisores.

Enciendo el motor y el cuerpo me vibra, esto sera la bomba.

Hecho a correr a toda velocidad saltando varios semáforos en rojo, no me importa la ley en estos momentos, estoy viviendo mi puto sueño de manejar está preciosura.
Salgo de Winston por la carretera central, en dirrección a un chale escondido donde se manifiestan carreras de motos.

Detrás de las sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora