Prólogo

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Los despertares en la Academia los días que hay fitness son mortales. Las ganas de quedarse en cama se acentúan todavía más que cualquier otro día. Las sábanas se enredan más de la cuenta, el edredón parece que pesa el doble y nunca hay la suficiente luz. Es como si toda la habitación te gritara "quédate en cama, aquí estarás mejor".

Sin embargo, siempre acabo saliendo de ahí, arrastrando los pies con resignación hasta el vestidor. Y otra vez la rutina de siempre. Colocar micro, ir al baño, cambiarme a ropa de sport, intentar hacer algo con mi mata de pelo y salir corriendo a la sala. Y todo eso para llegar igualmente tarde a la clase. Un abracito desganado a Toni y listo para empezar la tortura.

A media clase estoy casi despierto, pero mis ganas de tirarme en algún sitio y hacerme el muerto siguen ahí. Como él...

Él siempre está. Lleva estando desde el día uno. Es fácil encontrarlo a mi lado, detrás, jugando con Ruslana, riendo con Lucas o bostezando medio ido en una esquina. No hay forma de que no esté. Y aunque en un principio pensaba que era él el que me rondaba a mí, cada día que pasa estoy más convencido de que en realidad son mis ojos los que le persiguen.

Intento evitarlo lo máximo posible. No verlo, no hablarle, no acercarme... y duele. Sé que a él, a veces, también lo lastimo. Pero es demasiado complicado. La facilidad con la que todo parece fluir con él, es demasiado complicada...

Llevo un rato enredado en mis pensamientos cuando una radiante sonrisa y unos ojos cansados se aparecen delante de mi cara.

- Venga, que ya queda poco –me anima Martin.

- Hasta los cojones de esta clase –contesto malhumorado.

Martin simplemente se ríe y me ayuda a levantarme del suelo para seguir con los ejercicios. Toni ordena hacer parejas y el vasco ya no se separa de mí por el resto de la clase. Que largas son las mañanas...

Una vez duchado, siento que mi humor ha cambiado, aunque sea levemente. Eso y saber que en la cocina hay un desayuno esperándome, mejora las cosas.

Todos mis compañeros ya estaban prácticamente terminando cuando yo me les uno. Me disponía a colocar la tercera loncha de queso encima de mi tostada chamuscada cuando una taza de leche con cacao (lo más parecido al chocolate que veré en meses) aparece a mi lado silenciosamente.

Martin solamente me sonríe y se va con el resto de compañeros que, como él, todavía no se habían duchado. Un calorcito se extiende por mi pecho sin pedir permiso, igual que una pequeña sonrisa se empeña en aparecer en mi cara. 

¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?


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Hola! Soy Alén :)

Espero que os haya gustado este mini prólogo.

Ojalá haya alguien ahí detrás leyendo esto. Si estás ahí, porfa dime algo!

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Entre capas (EN PAUSA INDEFINIDA :( )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora