Beso

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Era muy joven... demasiado joven, sin embargo, como cualquiera, entendía lo que era el amor. Después de todo, es un conocimiento innato.

Había intentado tener una cita, y como siempre, por culpa de su fuerza, de sus arranques, todo esto heredado por su abuelito, lo había arruinado.

Necesitaba comprensión, y quién mejor para penetrar en su alma rebelde que otro saiyano. Trunks sabía lo que significa todo aquello, y también lo que implicaba. Ser un híbrido saiyano no era nada fácil; la sangre corría hirviente todo el tiempo... La emoción, las ganas de pelear... La razón y la fiebre debatían a diario en el interior, y a veces ninguna ganaba; sencillamente se fingía; se fingía ser una persona cuerda, normal... como todas las demás.

Ahora viajando por el espacio, conviviendo, riendo... se sentían tan en su lugar; tan liberados, tan en casa... Trunks respiraba por fin; se había deshecho de ese horroroso trabajo; de esa vida que sin lugar a dudas no era para él. Y Pan... Pan podía ser ella misma; simplemente eso... pero no más pedía. Eso lo era todo.

Se refugiaron de tal manera uno en el otro que cuando menos se lo habían imaginado ya estaban enamorados, mucho, pese a la diferencia de edad, que de pronto ya no importó.

Habían hecho, de nuevo, una parada; ahora en un planeta boscoso. La oscuridad de la noche lo cubría casi todo, por suerte, dos lunas alumbraban varios sitios. Goku, travieso, se había adelantado a buscar la esfera del dragón con la ayuda de Giru. La tormenta se dejó venir, sin avisar. Trunks y Pan se echaron a correr, y un poquito agitados se refugiaron bajo un árbol. La lluvia, sumamente densa, incluso al cuidado de las hojas, alcanzaba a tocarlos bastante. Trunks se irguió, y sonriente, se arrimó a la niña y la resguardó con su chaqueta. La mirada, asaz amorosa, asaz apasionada, asaz ilusionada, se clavó en la belleza única de la chiquilla de brillantes ojos negros. Pan alzó la carita, y los ojos, anhelantes, se encontraron. No lo pensaron, puesto que en el amor no se piensa. Trunks se inclinó y la besó; le dio un tierno, no obstante, apasionado beso en los labios. Pan lo recibió con los ojitos abiertos, estupefacta. Tras ello no se dijeron nada; no hacía falta; las miradas hablaban por sí solas.

 Tras ello no se dijeron nada; no hacía falta; las miradas hablaban por sí solas

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Nota de autor: Esta historia la escribí y publiqué en mi fanpage de Facebook :). Espero que haya sido de su agrado 💖.

Nos vemos pronto 💗.

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