Mi sirvienta

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Digamos que... la familia Son <<se la estaba cobrando>>.

Durante años el mundo, la pobre Tierra y sus habitantes sufrieron los abusos perpetrados por una monarquía bestial.

El miedo, gracias a Kakarotto, había llegado a su fin. Siendo él de buen corazón, no dio muerte a Vegeta, mas sí lo aplacó arrebatándole todo lujo y su orgullo.

El exrey Vegeta, junto con su esposa e hijos, trabajaban ahora arduamente en el palacio Son. El antiguo soberano se encargaba del jardín, la exreina de la cocina, la <<princesita>> de lavar la ropa y todo estropajo de la casa real y el hijo varón... el hijo varón se había convertido en la <<sirvienta>> esclava de la nieta de Goku, nombre con el que solo sus seres queridos se dirigían a su justo rey.

Pan, la dichosa nieta, era lo contrario a su abuelito; era tosca en la actitud y nada femenina... pese a poseer una belleza como ninguna.

A su <<sirvienta>> la trataba peor que a nadie.

<<Te lo mereces>>, se lo decía constantemente, segura de sus propias palabras. Sabía lo cruel que había sido el muchacho, y ni siquiera su hermosura abismal ablandaba un poquito su corazón... o eso creía.

...

Es en las noches que el deseo se desata... sobre todo en los saiyanos por la influencia de la luna, más cuando está llena y viva, brillante. Aquella noche hubo resplandecido exageradamente, muy en lo alto, y la luz encandilaba al balcón de la princesa Pan.

El odio y el amor se juntaron. La jovencita se arrimó a la espalda de su <<sirvienta>>. Le respiraba intimidante en el cuello. La pose indicaba por completo control.

—Mi dulce sirvienta...

Y la mano, pálida, bien cuidada y femenina aun perteneciendo a la mujer más ruda de todas, aseguró el cuello del expríncipe. Se quedó ahí aferrada, tocándolo, acariciándolo. —Mi sirvienta... —le volvió a decir.

Trunks exhaló agitado. No manifestó nada. Quizá le hacía falta amor... además, estaba profundamente excitado.

La mano de Pan pasó del cuello al miembro. La falda había sido alzada, y bajo el encaje se inició la estimulación, que llevaría no solo al éxtasis, sino también al verdadero amor...

 La falda había sido alzada, y bajo el encaje se inició la estimulación, que llevaría no solo al éxtasis, sino también al verdadero amor

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