Capítulo VI

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Mi cabeza dolía como mil demonios y mi estómago ardía por toda la bebida del día anterior.

Mientras la luz del sol indicaba que la mañana había empezado hacía horas, mi cuerpo se iba despertando poco a poco.

-Ughhh- solté un quejido por mi malestar general ¿Se puede saber por qué bebí tanto anoche?

Di unas vueltas en la cama intentando encontrar una posición cómoda mientras mi mente intentaba recapitular lo que había pasado en la fiesta, aún con algunas lagunas.

Llegué a la fiesta con mis amigas, anuncié el contrato, bailé y bebí, me encontré con Nicha y hablé con Oliver. Mi cabeza entonces entró en modo alarma ¿Había estado con Oliver? Sonreí aún con los ojos cerrados, sin embargo esta desapareció en cuanto empecé a notar que no estaba en mi habitación por el olor. Mi casa no olía así. Oh no ¿No había hecho ninguna estupidez con el chico, verdad? Mierda

Abrí los ojos con miedo a lo que me podía encontrar. La habitación me sonaba ligeramente aunque no estaba segura. La ropa... ¿Llevaba mi ropa? Para mí desgracia no. En vez de mi top y falda llevaba puesta una camiseta oversized que me cubría hasta los muslos. Por suerte la ropa interior estaba intacta cosa que me tranquilizó un poco. Me aferraba a la idea de que no había pasado la noche con nadie. Sin embargo esa idea fue desechada en cuanto noté cómo alguien se movía a mi lado.

-Mierda- me congelé por unos segundos antes de girarme para enfrentar mi miedo más profundo. Y la verdad, hubiera preferido ver a un chico cualquiera antes que a ella. Ahí estaba Nicha profundamente dormida. Se la veía en paz cuando estaba así por lo que me quedé embobada unos segundos, apreciando su belleza.

Cuando me di cuenta que llevaba más rato de lo que debería viéndola giré la cabeza. No, tenía que concentrarme. Miré un segundo el teléfono, el cual me indicaba que ya eran las doce de la mañana. Qué sábado tan productivo estaba teniendo. Una parte de mi quería quedar-se para preguntar qué había pasado ayer. No creía que hubiera hecho nada extraño con Nicha, sin embargo mi mente gritaba que me fuera lo más rápido posible mientras me sonrojaba por las diferentes escenarios que se inventaba mi mente.

Tenía que salir de ahí así que, evitando hacer cualquier sonido, salí de la cama y miré alrededor en busca de algo en concreto. Por suerte la ropa estaba doblada encima de una silla así que la cogí y salí de la habitación. Cerré la puerta con cuidado y bajé las escaleras. Gracias a Dios todo el mundo se había ido por la madrugada pues no había nadie en el piso de abajo.

Ante la sensación de mi garganta seca entré a la cocina en busca de un vaso de agua, dejando la ropa en la encimera mientras rebuscaba en los armarios. Mi menté volvió a pensar en la fiesta. Había hablado en esta misma cocina con Oliver, luego bailamos y subimos arriba. A partir de aquí todo era negro y si intentaba rebuscar en mi memoria mi cabeza me dolía. Si había subido con mi admirador ¿Cómo había terminado en la cama con la tailandesa? ¿Y por qué sentía que me había olvidado algo muy importante?

Pasé la mano por mi cabello para liberar el estrés y las dudas que estaban apareciendo en mi cuerpo. Ni siquiera tenía sentido querer saber más. Si no me acordaba puede que no fuera tan importante. Y aunque lo fuera, no estaba segura de querer saber cómo había actuado teniendo en cuenta que estaba tan borracha que ni lo recordaba.

Por fin encontré el armario de los vasos así que cogí uno y lo rellené con agua de la nevera. Casi se sintió mágico la forma en la que el agua fresca me revitalizó. El dolor de cabeza disminuyó y mi cuerpo se sintió mucho más despierto y menos pesado. Tanto que no pude evitar soltar un suspiro de satisfacción. Luego de buscar por la cocina encontré el lavaplatos, donde puse el vaso ya vacío luego de tomar agua tres veces más.

Producer ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora