A la mañana siguiente el primero en despertar fue el pelirrojo, viendo el cuerpo del menor aun tendido sobre él, se paro a admirar el cuerpo contrarío repleto de marcas que demostraban que lo que pasó durante la noche no fue un sueño ocasionándole una sonrisa mientras se escabullía de los brazos del omega para poder ponerse de pie y estirarse dandose cuents de un detalle que pasó por alto cuando llegó anteriormente, el nido donde habían pasado una parte de su celo y dormido, no era en sí un nido, era un tumulto de ropa suya y almohada en un círculo, demostrando que eso no era obra de un alfa, uno no haría semejante destrozo.
Diluc formó una mueca con sus labios aquel refugió el cual no se acercaba a la palabra nido era eso, un refugió, uno con su olor y que hacía sentir al menor protegido.
Nido. para. omega.
Su alfa no pedía, su alfa ordenaba y el pelirrojo estaba de acuerdo, tomó al moreno entre sus brazos para posarlo sobre la cama y a pesar de no haber hecho nunca un nido lo hizo, capa por capa, almohada por almohada, formó un cómodo nido para el omega, al cual volvió a tomar al contrario en sus brazos con cuidado para devolverlo a su zona de confort mejorada y mientras descansaba el alfa decidió hacerle el desayuno, tal vez como una vía de escape por si Kaeya despertaba, para tener tiempo de pensar como se disculparía, de que forma lo haría y tal vez y solo con un milagro conseguir que lo perdonara.
Mientras terminaba de preparar el café vio en una de las baldas las dos mismas cajas que vio con anterioridad, las cajas por las cuales Kaeya se vio obligado a mentirle; tomó las cajas entre sus manos abriendolas al ver el poco peso de estas, viendo que únicamente quedaban unos pocos de parches en una y un par de inyecciones en otra, se insultó a si mismo, podía ver con sus ojos cuanto tiempo se castigo Kaeya, aquellos supresores solían traer 12 inyección una para cada mes, para cuando el celo se acercara y asi interrumpirlo.
-¿Nunca te han dicho que tomar cosas de una casa ajena es de mala educación? -preguntó una voz ronca desde la puerta de la cocina sobresaltandolo.
-Te éstas matando. -informó frunciendo el ceño al verlo tan vulnerable a la vista, unicamente con una sabana cubriendo su moreno cuerpo.
-Vamos empate ¿no?
-¡¿Que narices dices Kaeya!?
-El engaño del Maestro Crepus, el causante de que tu padre colapsara, luego vas tú, estoy casi al cien por ciento seguro de que sabías lo que hacía, aun así lo usaste, ¿que diferencia hay en que yo lo use?
-Nuestro padre no tiene nada que ver en esta conversación.
-Tú padre, pero comprendo que no quieras hablar de eso, sin embargo sabías lo que un engaño hacía y lo usaste Diluc. -habló acercandose al alfa para arrebatarle la caja de supresores de sus manos y tomar la de los parches.
-Kaeya..
-Te agradezco que me hayas ayudado, no era mi intención molestarte u obligarte a que me ayudaras, puedes irte si lo deseas. -interrumpió desapareciendo de la cocina para volver a la habitación seguido del pelirrojo quien vio como apartaba la sábana de su cuerpo, quedando desnudo, con aquellas marcas que Diluc se enpeño en grabar a fuego en su cuerpo, su alfa se alegró, Diluc se preocupó, al verlo sacar otro uniforme igual al suyo pero limpió, comenzando a ponerselo parte por parte hasta estar vestido.
-¿Donde vas? -preguntó el mayor confuso.
-Tengo trabajo, soy el capitán de la guardia. -respondió con simpleza sacando una inyección del paquete, destapando la aguja para después acercarla a su cuello, sin embargo el no recibió el pinchazo, fue el alfa quien lo hizo al posar su propia mano en el cuello del moreno. -¿¡QUE HACES!? -gritó asustado, sacando la aguja con cuidado, gruñendo por aquel acto impulsivo del mayor.
ESTÁS LEYENDO
Healing Wounds [Luckae]
RomanceY a pesar de que sus ojos eran estrellados en un mar de oscuridad, cada vez que lo miraba, brillaba como la luna misma, mi luna.