Quince

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Bajé las escaleras apoyando la mano en el barandal. Me dolíala cabeza y no sentía los escalones bajo los pies. Todo se veía borroso, como cuando hay niebla; las formasdanzaba frente a mis ojos.

Yo bajaba y bajaba, pero la escalera no terminaba nunca. No se acababa. Vi una silueta a contraluz abajo, quise ir hacia ella; empezaron a temblarme las piernas, todo me daba vueltas, estaba en un carrusel enloquecido.

Me parecio oír ¡Sergio! La voz venía d elejos, muy lejos. Y me desmayé. Cuando abrí los ojos estaba en la cama de Paulina. Ella me acariciaba el cabello y me hablaba suavemente. Murmuré:

-Paulina...-e inmediatamente- ¿Está muerto?

Afirmó con la cabeza. Rompí en llanto. Me dio un vaso de agua y me pidio que se lo contara todo. Pero no pude. Tenía la garganta demasiado cerrada, las palabras no salían. Insistió.

Dijo que no debía guardarme la historia. Entonces hice un esfuerzo y todo empezo a salir atropelladamente: elnopapá, el Café de los Viajeros, las jeringas, el estanque, el humectante de labios, la pizza, Max. Lloraba tanto como hablaba.

Ella me conto lo que seguía. Que había regresado antes que papá, Que había ido a buscar un libro a casa de él y había escuchado los recados en la contestadora: Los de mi mamá, el de la policía, el mío.

Entonces fue directamente a la dirección que yo había dejado. Llego en el momento que bajaba la escalera y yo me desmayé en sus brazos. La inquilina de ese piso la ayudó. Me acostarón en un sofá.

Volví en mí, pero deliraba y gritaba "¡No! ¡No quiero inyecciones! ¡NO quiero que me inyecten!" Entonces llamo a una amiga doctora que de todos modos me puso una inyección para tranquilizarme.

Pero tuvieron que detenerme los brazos y las piernas, por que cuando vi la jeringa me puse como loco. Luego subio al departamento y de ahí llamó a urgencias. Vinieron por él y se lo llevaron.

Llore durante un buen rato en los brazos de Paulina. Ella me arrullaba en silencio. Luego se me acabaron las lágrimas; las últimas se secaron sobre mis mejillas.

-¿Cuándo regresa papá?-Dije sorbiendo por la nariz.
-Esta noche o mañana por la mañana ¿QUieres darte un baño?
Contesté que sí, se levanto y fue a abrir la llave, tomé el teléfono y marqué el número de mi mamá.

-¿Eres tú má?
-¡Sergio! ¡Por favor, dime dónde...!
-Iré a verte mañana con papá.
-Sergio...
-Te mando un beso, mamá.
Y colgué, no tenía ganas de hablar más tiempo con ella. NO esa noche.

Cuando alcé la cabeza, Paulina estaba ahí, sonriendome.
-¡Vamos, el baño esta listo!

Me dejó solo. Me desvestí y me mire en el espejo grande, es verdad que empiezo a parecer un hombre. Y por primera vez me pareció bonito; sólo que cuando era pequeño, me ponía triste menos seguido. Me deslicé dentro de la espuma y del agua caleinte y la sensación fue realmente agradable.

Me quede por lo menos media hora en la bañera, de vez en cuando Paulina tocaba a la puerta y me preguntaba si no necesitaba nada. Me lavé el pelo y terminé con una ducha fría. Sobre la repisa del lavabo había una botellita de perfume. Olía a vainilla; me puse un poco en el cuello.

-¿Qué te parecería un buen restaurante?

Tenía un hambre canina, así que no me hice del rogar.
Pronto estabamos en El Loto de Oro, un restaurante chino al que acostumbrabamos ir con papá. Por cierto el señor Zhou nos reconocío. Me gustan los restaurantes chinos por que se divierne uno mucho con los palitos de comer.

Sobre todo por que el señor Zhou no pone tenedores, ni siquiera a quienes lo piden. El tipo estaba sentado junto a nosotros estaba hecho un lío y, cuanod el germinado de bambú que intentaba atrapar desde hacía cinco minutos acabó sobre su pantalón, Paulina y yo no pudimos evitar un ataque de risa, sobre todo por que ella me había servido un vaso de vino y yo me lo había terminado.

Luego, hicimos un concurso para ver quien de los dos tiraba menos granos de arroz sobre el amntel. Yo gané, Paulina tambien tuvo que comer su helado con palillos. Hacía el final ya no había tristeza.

Volvimos a casa abrazados, contándonos chistes de cuando eramos más chicos, todas las tonterías que habiamos hecho sin que se dierán cuenta nuestros papás ¡Y esta vez ella me gano!

¿Sabes, Max? En todas esas horas no pense ni una vez en ti...

Ella estaba preparando el té cuando llamron a la puerta, así que me pidió:

-¿Puedes abris, Checo?
Abrí la puerta.

Era papá.

~ န ~

Un pacto con el  diablo.   ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora