⁰⁴ - part ¹

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Desperté de forma tranquila a pesar de oír a Blas en el baño, me había quedado dormido en su cama la noche anterior, tenía ese aroma que tanto lo caracterizaba.
Observé el ventanal por dónde entraba la luz del sol, inhalé y exhalé con tranquilidad.

– Hoy es viernes.

Giré mi cabeza para ver a Blas, estaba en ropa interior, de forma rápida y brusca me di vuelta para no mirar de más.

– Boludo ponete algo.

Escuché su risita resonar en toda la habitación.

– Si te incomoda no lo hago más.

No dije nada, subí mi vista al cristal del ventanal, fue donde noté el reflejo de Blas allí, aún manteniendo mi silencio me dediqué a apreciar lo poco que se reflejaba, su contextura física, alto, delgado, pálido y su abdomen parcialmente marcado.

– No... —ladeé mi cabeza— para nada, pero es como repentino digamos.

Ví sus manos subir el jean negro que solía usar, pasando por sus largas piernas.

– Bueno... —suspiró— te llevas mejor con Fran ahora.

– Es un tierno él.

Blas se dió la vuelta y yo bajé la mirada de forma rápida, cierto nerviosismo me dominó por un instante.

Sentí una risa nasal de Blas, supuse que me vió.

Se sentó en mi cama, pude sentirlo, pero seguía sin poder voltear.

– Tu pelo es medianamente lasio.

– Que chiste malísimo Blas.

Ahora sí, lo miré, aunque sólo giré mi cabeza para entablar el primer contacto visual del día, reímos. El chiste lo dijo porque el alisado aún no perdía efecto, tenía partes onduladas y otras no.

–  Te queda lindo igual.

– Prefiero mis rulos.

– También te queda lindo.

Fruncí mi ceño y relamí mis labios, aún intentaba cubrirme con las sábanas el torso descubierto. Estando nervioso me delataba sólo, mi pecho subía y bajaba, me ponía colorado, todas esas boludeces.

– Estás picante hoy.

– ¿Por?

Me encogí de hombros sin tener el valor de darle alguna indirecta, o "palazo" como diría él.

Nuevamente guié mi vista hacia mis manos jugando con éstas, entre el silencio sentía su mirada sobre mí, cosa que no me dejaba tranquilo. De forma repentina sentí como su cuerpo cayó a la mitad del mío, una de sus piernas sobre mi, claramente acaparaba todo, medía casi dos metros literalmente.

No hice más que reírme.

– ¿Nos escapamos hoy?

– No podemos.

– Es viernes... —susurró— le pido a la directora que nos deje y—

– No sé Blas, aparte quería charlar de algo con Francisco hoy.

– Bue.

Su pierna dejó de estar sobre mí, él se acomodó para estar boca arriba acostado, manteniendo un pequeño espacio entre nosotros, el suficiente para no tocarme.

De la nada un pequeño mal estar se sintió en el ambiente.

– ¿Y eso por qué? —pregunté en voz baja.

– Lo preferís a él ahora.

– No.

Silencio otra vez.

Nada peculiar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora