I can't help falling in love with you

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Advertencia: El presente capítulo posee material sensible, así que estás en todo tu derecho de no leerlo por tu salud mental y emocional.

Durante los próximos días, Gun se esforzó por darle a Goo un baño de feromonas, intentando ayudarlo a sobrellevar su estado. El rubio pasaba la mayor parte del día durmiendo, sumido en los efectos de los cambios que su cuerpo experimentaba para prepararse para la gestación.

En ese tiempo, Gun tuvo una conversación con Charles, expresándole su deseo de continuar con la unión de las familias, pero esta vez con Goo como su compañero. Charles no puso mayor resistencia, ya que al final obtendría los mismos beneficios que se habían negociado previamente con el padre de Gun.

Una mañana, Goo abrió los ojos sintiendo un hambre voraz que lo atormentaba.

—Comida —murmuró con voz ronca, habiendo pasado largas horas de sueño profundo. Se levantó y escuchó el suave sonido de la música proveniente de la cocina. Buscó a su compañero y lo encontró allí, tratando de preparar un platillo.

—Buen día, dormilón —saludó el pelinegro mientras seguía concentrado en la cocina.

Goo se acercó a él y lo abrazó por detrás, inhalando su aroma familiar.

—Has pelado mal las cebollas —comentó con voz juguetona al notar las cáscaras en el fregadero.

—Intenté hacer un platillo coreano, pero parece que mi habilidad culinaria no está a la altura. Así que decidí preparar algo típico de mi país, algo en lo que sí me desenvuelvo mejor —se justificó el Delta con una sonrisa.

—¿En serio? Bueno, esperemos que nuestro hijo no lo rechace y no me haga vomitar —añadió Goo, desanimado, pero sinceramente hambriento.

Gun rio suavemente, se dio la vuelta y depositó un gentil beso en la frente del alfa antes de acariciar suavemente su vientre.

—Nunca me he considerado quisquilloso, así que me pregunto de quién está sacando eso nuestro bebé —comentó con tono burlesco mientras abrazaba a su amante. La sensación de tener a Goo cerca, de sentir su calor y su presencia, le llenaba de una extraña y cálida felicidad. Sabía que los desafíos estarían ahí, pero también sabía que juntos podrían superar cualquier obstáculo que se les presentara en el camino hacia la paternidad.

—¿¡Eh!? ¿Te atreves a decir que es mi culpa? —Vociferó molesto el rubio mientras intentaba escapar del firme agarre del japonés. —¡Suéltame, idiota! ¡No me toques, mal agradecido! Ni siquiera porque estoy gestando a tu bebé me das el trato que deberías.

—¿Cómo debería tratarte según tú? —Cuestionó suavemente Gun, su aliento rozando el oído del contrario mientras depositaba besos en su cuello y mejillas, hasta llegar a sus labios.

—Como un rey, es obvio. Es lo mínimo que merezco —expresó Goo como si fuera algo evidente.

Gun tomó con facilidad a Goo desde los muslos, cargándolo sin esfuerzo y llevándolo hasta el sofá, para luego regresar a la cocina.

—¡Oye! ¿Me estás ignorando? —Gritó eufórico el alfa, sintiendo una mezcla de emoción y molestia.

Gun regresó rápidamente con un plato de comida en mano. —Bien, mi señor. Este humilde servidor le trajo su comida.

—Bien, dame de comer. Que tu bebé tiene hambre —dijo Goo, con su tono altanero característico.

Gun sonrió al escuchar que Goo seguía siendo tan orgulloso como siempre. —Después de que tengas a nuestro hijo, quiero compartir una copa de alcohol contigo —dijo con seriedad, mirando fijamente al alfa. —Quiero unir nuestros caminos de la forma en que mi gente lo hace. Quiero que sepas que solo planeo y decido pasar el resto de mis días compartiendo contigo mi camino.

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