PENÚLTIMO

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—La flor tiene un olor muy similar al tuyo —Dice el alfa. Peat se acercó con curiosidad e inspeccionó con el olfato. Frunció el ceño. Él no sabía cuál era su propio olor, así que no podía asentir.

—¿En serio? Yo no sé a qué huelo —Rio levemente —Mi papá siempre decía que era como a rocío o tierra mojada.

Fort negó lentamente —Tú olor es muy suave y dulce, como una manzana o un damasco, llegué a confundirlo con una fruta más de una vez. Pero entonces me di cuenta que la Rosa tiene muchos componentes con esos olores, sólo que son mezclados. Tienes un olor muy atrayente.

Peat se ruborizó y le regaló una tierna sonrisa. El alfa caminó junto a él por el largo campo rodeado de aquel sitio boscoso. El invierno ya casi estaba palpable, por lo cual muchas flores estaban empezando a marchitarse o caerse. Aún así, la fría brisa sutil era como una caricia en la piel del Omega. Erizando cada extremidad de su cuerpo.

Sabía que su bebé le encantaría. Lo sentía.

—A ti... ¿Te gusta mi olor? —Inquirió ruborizado, pero ansioso a su pregunta.

—Me encanta, y siempre te lo he dicho —Respondió con una sonrisa de medio lado.

Peat asintió lentamente enganchándose de su brazo para continuar con la caminata.

Estaba tan a gusto, tan cálido ahí. Le gustaba como era mimado por él, como era tocado por él. Como no era tratado menos por su raza, si no, como un igual. Estudiaba ya desde hace unas semanas. Los alfas, los betas y los Omegas en una sola aula, recibiendo la misma educación.

Lo adoraba. Era como si estuviera en otro mundo, como si estuviera viviendo una de sus fantasías. En un lugar donde no tiene miedo de expresarse porque sabe que será escuchado antes de ser juzgado.

Peat ya no tenía que correr para ir a su casa después de la escuela para llegar a tiempo y hacer la cena rápido para su papá, ahora podía estar todo el tiempo que quisiera estudiando o tomando clases extra. Porque Fort le dijo que su educación es primero.

Practicaba defensa personal y espadachín con Noeul por las tardes, muchas veces a las cinco hasta las siete de la noche. Había ganado más confianza y cariño con aquel Omega. Se habían hecho muy cercanos.

Aquellos que estuvieron haciéndole daño a Noeul, ya fueron castigados y muchos exiliados por Fort. No toleró tener escorias asquerosas en su tripulación.

Y el Omega estaba más tranquilo, se veía más sano, con un brillo en su mirada y su sonrisa. Aunque su fuerte carácter no se iba. Ya era parte de él por los duros años que ha tenido que pasar.

Peat cada vez más perfeccionaba sus habilidades en el combate. Pero no se ejercía mucho por su embarazo, ya que el doctor le recomendó que como padece de un pequeño cuadro de anemia, podría ser algo delicado. Él hacía caso y se cuidaba. Estaba muy feliz por su bebé y por darle un hijo a Fort. Eso tenía al alfa contento y amoroso. Peat amaba verlo así.

Ese día estaba tan de buen humor que decidió salir a pasear con su alfa. Había llovido la noche anterior, y el olor del rocío, el pasto húmedo debajo de sus piecitos y las nubes grisáceas le encantaba. Era algo que deseaba contemplar antes de que llegara la nieve.

—Fort ¿Te puedo hacer una pregunta? —Habló el Omega mientras atravesaban el bosque. Él hizo un sonido asintiendo —¿Por qué no me muerdes...? Digo, ya estoy preñado de tu cachorro, así que eso me convierte en tu Omega ¿No? Dijiste que podía salir cuando tuviera tu mordida.

El alfa se quedó callado unos momentos, sin expresión alguna. Había muchas razones. A pesar de que deseaba con toda su alma clavar sus dientes en su tierna carne, no podía, no se atrevía. Lo había pensado bien.

Captain Thitipong - FortPeat (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora