Matias Recalt.

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—Que infumable que sos, Matías. -Bufo ante la insistencia de Matías al querer bajar a la cocina para merendar algo. Mis padres no estaban y sólo me encontraba con mi mejor amigo, últimamente ni nos veíamos porque la novia lo mantenía ocupado o que se yo.-

—Te quejas cuándo no vengo y ahora no me queres hacer la merienda, forra. -Me tira una almohada directo a mi cara, me levanto molesta y bajo las escaleras rápido. Llegando a la cocina, saco una leche de la heladera, tostadas y el cafe. A ver si me dejaba de joder un poco.- Sos la mejor. -Envuelve sus largos brazos alrededor de mi cintura, mientras que yo preparaba su cafe. Que el nene lo tomaba más con leche porque decía que el cafe era muy amargo. Caprichoso.-

—Soltame Matías. -intentó safar de su agarre porque me movía para hacer las tostadas y tenía sus manos en mi cintura, mientras hundía su cabeza en mi cuello. Podía sentir su respiración.-

—Que rico olor tenes.

—Dale Mati, de verdad te digo. -Me acercó a la cocina para dar vueltas las tostadas y poner a calentar la leche para los cafés. Matias bufa molesto ante mi insistencia y me suelta. Abre la heladera y saca una mermelada.- Con confianza nomas eh.

—Un poco más y vivo acá. Fea.
Termino de preparar todo, con varios besos de Matías de por medio. Claramente en mis cachetes o en mi cabeza, era demasiado cariñoso y muy intenso, no me sorprendía.
Sumando a que no nos estábamos viendo y se pone el doble de peor su intensidad.
Dejo su café y sus tostadas en la mesa, al igual que las mías. Y nos sentamos de frente, comía como si hubiera ido a la guerra el huérfano.

—Para un poco, te vas a atragantar. -Lo reto, como si de un nene se tratase. Y me hace caso, comiendo más despacio.- ¿Cómo te está yendo con tu vida de famoso?

—Bien, ¿podes creer que Malena salió a decir que tenemos una relación abierta? Batió cualquiera la wacha. -Hace montoncito con la mano y yo me sorprendo a lo que me acababa de contar. No estaba ni enterada yo.-

—Re cualquiera boludo. Sabes cuantas se mueren por estar con vos. -Y yo soy una de esas, la concha de tu madre Matias.-

—¿Cuántas? -Pregunta, empujando su plato al medio de la mesa, dando a entender cómo que ya había terminado. No dejo nada.-

—Yy no se, un par seguro.

—¿Vos sos una?
Sentía como la sangre subía quedándose en mis cachetes. Seguramente estaba coloradisima por lo que me acababa de preguntar. No sabía cómo fingir y decirle que no, mi mente se nublo y no podía pensar, ni mucho menos me salía alguna palabra de la boca para responderle.
Pero lo tenía mirándome fijo, con una leve sonrisa. No podía cagar la amistad, el esta de novio y yo sólo soy su mejor amiga. Le tengo que decir que No.

—Si.

—¿Ah si? -Abre sus ojos sorprendido, pero cierta satisfacción se posaba en su cara y sonrisa. Me estaba puteando en todos los idiomas porque el subconsciente me ganó y respondí algo que no quería.
Matías se levanta de la silla y se acerca a mi, mirandome fijo a los ojos sin perderse ninguno de mis movimientos. Quedándose enfrente mío, levanto mi cabeza para conectarme con esos ojos negros de los que me enamore hace años pero nunca me salió decírselo.
Acaricia mi mentón suavemente, observando cada facción de mi cara. Me estaba poniendo muy nerviosa.

—Se que no soy correspondida pero... -El impacto de los labios de Matías con los míos me sorprende. Sacándome de mi trance al pensar que esto estaba mal para disfrutarlo. Porque no todos los días te chapas a tu mejor amigo.
Mis manos viajan a su nuca para apretarlo más contra mí, si es que eso era posible. El me agarra de mis muslos levantándome de la silla para que enrolle mis piernas en su cintura. Y es lo que hago.
Me apoya sobre la mesada de la cocina, por inercia abro mis piernas dándole paso a que se coloque ahí. Y sentir como nuestras intimidades rozan, mientras que nuestras lenguas estaban en una danza para ver quien tenía el control.

—Siempre te tuve ganas, hija de puta. -aprieta mis muslos y ataca mi cuello con besos y mordiéndome  levemente dejando posibles marcas. Jadeó ante el tacto cálido de su lengua pasar por mi cuello. Y con mi mano acaricio los pelos de su nuca. Dando leves apretones.-
Matías aprieta más mi cuerpo contra el suyo. Haciéndome sentir la dureza de su miembro y un gemido ahogado sale de mi boca. Me toma del cuello bruscamente para acallar mis gemidos con un beso feroz. Lleno de lujuria y deseo.
Lo estaba disfrutando? Obvio, nisiquiera podía creer que me estaba comiendo a mi mejor amigo de años.
Sus caricias comienzan a bajar a mi feminidad, dejando leves toqueteos y robándome suspiros. Abre mis piernas para meter su mano en mi short. Rozando mi intimidad descubierta con sus largos dedos.

—Dale, Matías. -Pido en súplicas por sus caricias, mete sus dedos a su boca, humedeciéndolos. Para luego penetrarme con uno de ellos. Se movía despacio, haciéndome sufrir. Muerdo su cuello ante mi desesperación y él decide acelerar sus movimientos y meter uno más. Mis ojos revoleteaban por la excitación que me estaba brindando.

—Mírame, gila.
Lo tenía mirandome fijo, con sus ojos más oscuros de lo normal. Se le notaba las ganas que me tenía, y a su vez, acariciaba mi muslo. Dándome cariños.
Pero sin dejar de mover sus dedos en mi interior con brusquedad. Era una montaña rusa de emociones.
Tiro de su remera para sacársela y tirarla por cualquier lado. Y con mi boca ataco su cuello, bajando a su pecho. Dejando chupones para que la novia sepa que estuvo con alguien más. No le tenía bronca, me caía bien. Pero me gustaba hacerme notar.

—La concha de tu madre, flor de quilombo se me va a armar.
Matías observaba cómo dejaba chupones en todo su cuerpo, sin importarle las marcas que le estaba dejando. No me quito en ningún momento, parecía gustarle. Con cierta desesperación meto mi mano en su pantalón y bóxer. Sintiendo su miembro completamente erecto, apenas comienzo a acariciarlo sentía cómo el líquido pre seminal mojaba mi mano.
Matías mordía su labio inferior con su cabeza para atrás. Dejando su cuello a la vista, y nuevamente por inercia me inclino para morder de este y volverlo a marcar. Que lo caguen a palo, no me importa nada.
El teléfono de Matías suena en su pantalón, interrumpiéndonos, con cierta molestia lo saca de su pantalón. Yo sabía de quien se trataba, seguramente Malena. Ya era tarde y tenía que estar yéndose Matías.
Pero para ponerle un poco más de adrenalina a la situación me bajo de la mesada y me arrodillo adelante de él. Bajando sus pantalones y dejando su miembro a mi disposición. Matías nisiquiera se opone, tenia el teléfono en su oreja escuchando lo que su novia le decía mientras sus ojos estaban clavados en mi. Que me observaban con cierta picardía por lo que iba a hacer.
Acaricio su miembro con mis manos, de arriba abajo, de abajo a arriba. Robándole varios suspiros de su boca, apurándome con la mano para que de una vez por todas me lo introduzca en la boca.
Cómo tenía el volumen bastante alto pude escuchar cómo Malena con cierta curiosidad le decía "Que estás haciendo, amor?" Una sonrisa se escapa de mis labios. Para luego introducir el miembro de mi amigo en mi boca, dándole varias estocadas profundas. Matías se mordía el labio para retener sus gemidos, pero cuando metí su miembro hasta mi gargantilla no pudo evitarlo. Y se escuchó más que claro en la llamada.

—"¡SOS UN HIJO DE PUTA MATÍAS, TE ODIO!"
Matías sonríe al verme, y tira el celular por ahí. Para después agarrar mi cabeza y armarme una colita improvisada. Chupándole un huevo el enojo de su novia, creo que ahora ex novia.

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Todos iguales.

One Shot [Enzo Vogrincic.] Where stories live. Discover now