La Fuerza de tus Besos

| Capitulo 4|

• FURIA • 

Buenos Aires; Argentina — Abril 2027

Ruggero Pasquarelli:

La presencia de Juanda en la clínica, me ha hecho caer de golpe a la realidad, mis sentimientos por Karol no son los correctos, y mis emociones celopatas confirman mi amor incorrespondido hacia ella.

—¡Dios mío! ¡Estás viva! — dice Juanda, expresando felicidad, abrazándola más de la cuenta.

—No quería que me vieras en este estado. —Lamento Karol después de soltar sus brazos para sentarse en su silla de ruedas.

Seguí escuchando su conversación como un espectador de cine, mientras caminaba hacia la salida con la esperanza de que notaran mi ausencia. Sin embargo, fue en vano. Karol había encontrado un nuevo amigo y yo ya no era de vital importancia en su vida.

Cada palabra que intercambiaban resonaba en mi mente, recordándome lo distante que nos habíamos vuelto. Sentía un nudo en el estómago, una mezcla de tristeza y celos que me abrumaba.

Intenté recordar los momentos en los que éramos inseparables, cuando nuestras risas llenaban el aire y nuestras miradas se encontraban con complicidad. Pero ahora, todo eso parecía haber quedado en el pasado.

El nuevo amigo de Karol parecía llenar un vacío que yo no podía llenar. Me sentía desplazado, como si hubiera perdido mi lugar en su vida. Los celos se apoderaban de mí, dejándome con una sensación de impotencia.

Caminé lentamente hacia casa, tratando de procesar lo que acababa de presenciar. Me preguntaba qué había cambiado entre nosotros, por qué ya no éramos tan importantes el uno para el otro.

—Buenas tardes señor Pasquarelli, un abogado trajo esto para usted. —dijo Willy, el portero de mi edificio.

Recibo el sobre en mis manos temblorosas, con un presentimiento oscuro en mi corazón. Al abrirlo, leo las palabras que mi esposa ha escrito: "Petición de divorcio". El dolor se intensifica al saber que este acto de separación ha sido desencadenado por la muerte de nuestra amada hija.

El mundo a mi alrededor se desvanece mientras me sumerjo en un mar de confusión y tristeza. Cierro los ojos, intentando asimilar la realidad de lo que estoy leyendo. Pero sé que no puedo pasar por esto solo, así que tomé mi teléfono y marcó el número de un viejo amigo que necesito escuchar: Agustín.

El sonido del timbre se prolonga, aumentando mi ansiedad. Finalmente, Agustín contesta al otro lado de la línea —Ruggero, ¿Ha pasado algo?

—Camila me ha pedido el divorcio. —confieso. —Creo que la separación será definitiva.

—Lamento mucho lo que estás pasando, pero hablar de tus emociones por teléfono no es nada efectivo, deberías venir a mi casa y quedarte a dormir en un lugar lejano a tus recuerdos. —me aconsejó Agustin, él es una de las pocas personas que sabe que duermo en el cuarto de Stella.

La otra persona es Karol.

Pero eso ya no importa, porque ella está feliz con la llegada de Juanda.

Intente llamar a karol por teléfono, pero evitó tocar el botón de mi celular, no quiero abrumarla con mis problemas, ella ya tiene mucho por resolver y yo soy un hombre independiente de sus opiniones.

Llegue a la casa de Agustin con una angustia en el pecho, respire hondo antes de llamar al timbre. Su puerta se abre y encuentro la mirada amable y comprensiva de mi amigo. Sin decir una palabra, entro y nos sentamos en el sofá, preparándome para contarle lo que ha sucedido.