-¿Cuánto tardará?- Suelta Sam, cansado de esperar y hambriento.
Mateo solo se queda en silencio mientras sigue con lo suyo.
-Realmente no hablas mucho, eres como los de mi aldea. Siempre en sus cosas religiosas, diciendo que no se puede hablar de esto ni aquello.-Dice mientras empieza a jugar con los utensilios de cocina que habían sido descuidados.
-¿Religiosos? Mmm... ¿Católicos?
-No lo sé, nunca no han dejado saber sobre eso, por eso vamos de aquí para allá. Solo sé que aaah... Estamos condenados a ese Dios, a esos inexistentes demonios y diablos, como si realmente mereciera la pena reprimir toda libertad por eso, además lo que se la pasa diciendo el sacerdote, es mentira y lo sé.
-¿Cómo sabes qué lo es?
-Lo escuché, escuché como hablaba con el jefe y discutían como meternos miedo para obtener básicamente esclavos...
-¿Y por qué no te vas?
-¿A dónde? Ese sitio es lo único que tengo, por desgracia, soy fuerte pero no es suficiente para vivir sólo... Me da miedo.
Mateo termina la comida y le extiende el plato y un vaso de jugo, Sam solo lo resive y va hasta la mesa para poder comer, seguido por Mateo, sentándose uno delante del otro.
-Si crees que no es suficiente ser fuerte, te puedo enseñar.-Esas palabras hacen que Sam le mire fijamente.-Solo si quieres, tengo bastos conocimientos y libros.
-¡Si!-Dice de inmediato, ilusionado por la posibilidades. Termina de comer feliz, tarareando y sin poder quedarse quieto por la emoción.
-Me alegra ser de ayuda, pero tendré que pedirte algo a cambio.-Dice levantándose y recogiendo la mesa, para ir a lavar los platos. Seguido por Sam.
-¿Qué cosa?-Dice pensándo si de verdad sea buena idea, recordando que aún no había descifrado de que criatura se trata "Mierda" solo pensaba.
-Su compañía.
Sam solo se queda sorprendido, ya que nunca hubiera imaginado que sería algo tan inocente.
-Es algo duro, incluso para mi, estar tanto tiempo solo. Después o antes de sus lecciones quédese aquí...
Un silencio inunda la cocina.
-Sé que es raro que un demonio pida algo así, pero no sabría que más pedir, usted parece alguien bueno y me gustaría saber más sobre de dónde viene.
-¿Demonio?-Se pregunta Sam en voz alta, mas al instante abraza a Mateo por la cintura.-Trato echo.
-Wow...
Sam le suelta.
-Perdón es la emoción.
-Tranquilo, pero si te pediría que vayas más despacio si es que te gusta el contacto físico, como dije eh estado algo sólo desde que salí del infierno... en fin, si quiere puedo empezar a enseñarle algo básico.
Sam solo atina a asentir efusivamente, para luego ser guiado hasta una gran biblioteca, en ese momento solo se queda en la entrada impactado, realmente no era muy grande, pero era la primera vez que había visto más de cuatro libros juntos.
-¿Vas a entrar?
-Eh?! Si, perdón.
Entra aun impactado y lleno de curiosidad por el contenido de esos libros que se veían tan grandes y pesados. Dudando si realmente podría llegar a entender lo "básico".
-Ven a sentarte.-Dice señalando una silla, mientras busca entre barios libros.
Sam obedece, nervioso por tal vez no saber tanto como realmente le gustaba creer. Pero esa sensación se fue al momento en qué Mateo empezó a explicar matemáticas básicas, y Sam logró reconocer lo que hacía, por lo que con gran tranquilidad presto toda la atención posible.
...
-Y eso sería todo por hoy.-Y así es como Mateo finaliza con su clase.
Sam solo se pone de pie y agarra las hojas que había usado para anotar todo lo nuevo.
-Es algo tarde, tal vez debería acortar las lecciones.-Sigue diciendo Mateo al notar el tiempo transcurrido.
-No, esta bien. Esto es muy interesante, no sabía que hubieran tantos números.
-No son tantos, solo son infinitos.
-Y lo dices como si fuera nada...-Dice mientras procesa esa información, necesitara un tiempo.
Mateo solo se rie, por lo exagerado que es su nuevo amigo, nunca llegaría pensar que realmente fuera tan problemático lo infinito, al final de todo es algo natural
-Debería irme ya, me estarán echando en falta y no creo que la excusa de dormir les vaya a ser muy convincente.-Dice mientras se dirige a la salida de la biblioteca.
Mateo solo asiente sin ser visto, pero en el momento en que levanta la cabeza descubre que ha sido abandonado en un instante, pero realmente no le preocupa ya que hicieron un trato, "mañana ya vendrá" pensó, pero aún una pequeña inseguridad le molestaba con la imagen de que mañana estaría solo otra vez, aburrido en su destierro.
-Debo dejar de pensar en eso...-Con ese pensamiento en voz alta, decide mejor alistar las cosas para dormir en lo que quedaba de noche.
...
-Voy tarde, voy tarde, voy tarde...-Se repetia Sam mientras buscaba paso entre la malesa y los árboles, ya que se suponía que no debería estar tanto tiempo fuera y menos de noche.
-Llegué.- Dice al momento de por fin divisar la luz de un fuego, al aproximarse más, se percata de que todas ya deberían estar durmiendo porque no ve ni un alma, pero no se puedo relajar ni dos segundo es cuanto siente una mano en su hombro lo que le hace voltearse en un instante.
-¿Dónde estabas?-Le reclama una pequeña mujer, pero solo en altura, ya que al igual que él, tenía una espalda ancha y unos brazos que se mostraban fuertes.
-Dios, Amanda... Casi me matas del susto.
-Casi tú nos asustas a nosotros, no sabemos que "haiga" por ahí.
-El lugar es más seguro de lo que crees, igual ya dejame. Duerme bien.-Dice rápidamente después de darle un beso en la mejilla y escaparse a su choza antes de arriesgarse a escuchar una respuesta.
Cuando por fin está dentro, saca los papeles y se queda repasando todo lo aprendido esa noche, quería aprender tanto como pudiera, para ser libre de todo lo que le atormentaba.