.Capítulo 3.

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Serían las 2 de la tarde, Mateo estaba sentado en la parte delantera de su casa leyendo tranquilamente, hasta que algo se interpuso entre él y el sol por lo que se vio obligado a levantar la cabeza, encontrándose con un Sam golpeado, al punto de tener el ojo morado e hinchado, la frente manchada de sangre seca y varios rasguño y moretones.

-Hola, ayer respase y hay unas cosas que no termino de entender.- Empezó a hablar Sam, sin percatarce de la cara de horror que se había formado en el rostro del que de un salto se levantó.- Eso de las fracciones...

-¡¿Qué fue lo que pasó?!.-Pregunto mientras examinaba cada pequeño rasguño, ya había notado las cicatrices y en el momento pensó que habían sido heridas de la infancia, pero ahora ni queria imaginar porque las tenia realmente.

-Esto es solo maquillaje.-Dice señalando su rostro, las marcas rojas, como intento vano de desviar la atención de su cuerpo.

-Sabes bien que no me refiero a eso.

-...-Sam solo atina a permanecer en silencio, realmente no tenía intención de hablar mucho sobre eso.

A los segundos Mateo entiende que no debe ser un tema cómodo por lo que simplemente lo guía dentro de la casa hasta la biblioteca, sin mediar palabra, empieza la lección del día, que sólo dura unas dos horas y media.

El demonio, simplemente se sienta y comienza a leer un libro de una pila de la mesa.

-Gracias, hoy si entendí todo a la perfección.-Agradece Sam sin importarle que su amigo estuviera leyendo.-Por cierto, como tendré que quedarme traje unas cosas.-Dice mientras le extiende una canasta de frutas, que para ser sinceros se veían deliciosas y que antes del demonio no llego a notar por andar más preocupado por otras cosas.

Mateo se levanta y lleva a la cesta hasta la cocina, no sin antes de salir del cuarto agradecerle al pelirrojo por el gesto.

Al volver se encuentra con la escena de Sam leyendo el libro "Los pilares de la tierra.", era muy alentador ver como el reciente alumno realmente se esforzaba, así que decido también buscar y entregarle un diccionario.

-Toma, te será muy útil cuando no entiendas algo.

-Gracias, pero sera mejor que haga esto en otro momento, hicimos un trato.-Dice sonriente, dejando los dos libros de lado.-Además, seguro eso de leer después de estudiar no es bueno para la mente.

Mateo no puede evitar soltar una risa por el último comentario.

-Estas equivocado, pero no te puedo juzgar. Puedo ver que esos golpes te hicieron algo de daño.-Dice y dirige su mano a la cabeza del contrario donde deposita una pequeña caricia.

-Lo dudo, sólo fue por el entrenamiento.

-¿Entrenamiento?

Pero no resivio respuesta a su pregunta, y justo cuando llegó a pensar que se podría abrir un poco con él, cierto que tal vez aún era pronto pero la curiosidad le podía.

-Yo también entrenaba, días enteros y realmente nunca salía muy bien.-Empezó a relatar Mateo.-Mi padre decía que tenía que ser fuerte, y no te confundas, lo soy pero él quería más y más... en parte por eso acabe en este sitio.

-Te entiendo.

-Ya, bueno. Tampoco puedo decir que fuera malo, pero si demasiado exigente para mi gusto siendo sincero.

Mateo solo le empezó a contar sobre los entrenamientos que le ponían, y hasta cierto punto Sam no podía evitar dudar un poco de las palabras de Mateo al fijarse en el cuerpo de este, de contextura delgada.

-A mi me hacen entrenar cada mañana, dicen que como próximo a jefe tengo que ser fuerte y puro, nada de salidas, nada de libros y nada de hablar con demonios, por supuesto.-Dice lanzándole una mirada divertida al demonio.

-Vaya, eres todo un anti-sistema.-Dice cruzandose de brazos.-Por cómo describes todo me pregunto de dónde habrás sacado esa energía rebelde.

-Siempre será un misterio, pero si te puedo decir...-Hace una pequeña pausa para darle dramatismo.- Que el día que no aparezca es que me tienen amarrado como perro.

Mateo solo puedo imaginarlo y soltar una risa, por la imagen mental, de un tipo tan fuerte siendo tratado así.

Gracias a esa pequeña conversación, la platica se logra extender hasta el anochecer, pero Mateo no logra sacarle demasiada información a Sam como para saciar su curiosidad.

-Ya es bastante tarde, adiós.-Y como el día anterior solo agarra sus cosas y desaparece sin darle oportunidad a Mateo de decirle cualquier cosa.

...

Después del recorrido, hoy Sam llega incluso más cauteloso que ayer hasta su choza, convencido de que nadie debió de darse cuanta de su ausencia, hasta que entra y allí sentada en su cama estaba Amanda, por lo que solo atina a intentar esconder bien los libros y los papeles detrás de su espalda.

-Ya van dos días, acaso quieres que te vuelva a pasar lo mismo.-Empieza Amanda a regañarle sin siquiera esperar a que este se preguntara que hacía ella allí.-No puedes hacer esas cosas, aquí es más seguro para ti, sabes lo que pasaría si algo te pasa...

A ese punto Sam había dejado de prestar atención, no quería que su día acabará con los regaños de su futura prometida.

-Espero que mañana te quedes aquí.-Y eso fue lo último que dijo antes de irse, luego de haber estado unos veinte minutos hablando sin ser realmente escuchada.

Sam al verla salir se quedó quieto unos cinco minutos para asegurarse de que no volvería, transcurrido ese tiempo por fin puedo relajarse y empezar con el libro que se había llevado de la biblioteca del demonio, realmente había echo bien al también llevarse ese diccionario, sin el no podría entender muchas palabras. Ese pensamiento, que le hizo querer saber más, para algún días no necesitar ese libro extra, lo hizo leer hasta caer rendido por el cansancio.

...

A la mañana siguiente, ni nada más ni nada menos lo estaría despertando, el sacerdote la maxima autirada, para su entrenamiento y castigo, pero este obviamente no dejaría pasar la presencia de los libros y las hojas de lo aprendido del día anterior.

-Oh mi Dios, perdonale que yo me encargaré de su castigo.-Fue lo que dijo el sacerdote ante aquella imagen.


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